En cuanto salimos del refugio real, me encargué de preguntar por Alaia. Estaba preocupado por ella porque no había sabido nada desde que la dejé en mi habitación. Varios soldados me informaron de que estaba bien, que solo la habían atado pero que no tenía ninguna herida peligrosa. Confiaba en ella porque sabía que era capaz de protegerse y eso me hacía estar más tranquilo.
Seguía enfadado con ella o más bien conmigo mismo por la confusión que había en mí. Porque no sabía si confiar en mi padre, que tantas veces me había fallado o en ella que me había demostrado que siempre iba de frente. Era difícil para mí aunque no lo pareciera, vivía en un sitio donde todo el mundo era capaz de hacer lo que fuera por el poder y no podía fiarme de nadie.
Me dirigía a ver a mi madre a su habitación porque siempre que surgían estos ataques en palacio se ponía realmente nerviosa. Pasaran los años que pasaran, ella nunca se acostumbraba a la violencia a la que a veces estábamos expuestos por ser quiénes éramos pero decidí pasar por mi despacho para ver si los rebeldes habían roto algo y si tendría que reponerlo para decírselo a Maksim. Revisé todo y vi que no había nada roto, solo papeles tirados que recogí y que después ordenaría tranquilamente. Salí de allí y entonces vi que el despacho de mi padre estaba abierto, decidí acercarme.
—No se han llevado nada de valor, señor—escuché decir a Maksim.
—No se han llevado nada y encima han dejado intacta a esa niñata engreída—escupió mi padre haciendo que me enfadara.
—Por lo menos ha conseguido que su hijo desconfíe de ella—habló de nuevo el consejero real haciendo que prestara más atención.
—Gracia a ti fiel amigo, que me contaste lo que habías visto pude aprovechar para engañar al idiota de Uriel—dijo riéndose como si hacerme daño le hiciera realmente gracia.
Tuve que controlarme para no pasar ahí y enfrentarme a él por haber mentido sobre Alaia. Estaba realmente arrepentido porque la había acusado sin pruebas, solo con las palabras de mi padre. ¿Por qué no le hacía caso a mi corazón? Porque cuando la miraba, sabía que ella no podría hacerme ese daño. Alaia sabía que mi padre y yo no teníamos muy buena relación a pesar de que yo no le había dicho nada pero todos los sabían.
Me marché porque ya había escuchado todo lo que tenía que escuchar. Quería hablar cuanto antes con Alaia pero tenía que pensar en qué iba a decirle y sobre todo tenía que dejar toda la rabia que sentía en esos momentos. Así es que decidí ir a ver a mi madre porque ella siempre tenía la solución a todo.
Llegué a su habitación y llamé suavemente. Escuché como decía su típico adelante y entré encontrándola en uno de sus sillones observando las vistas que tenía desde su habitación.
—Hola mamá—saludé acercándome a ella y dándole un beso en la mejilla.
—Hola hijo—respondió sonriendo.
—¿Estás más tranquila?—pregunté mientras ella asentía.
—No entiendo como en un sitio con tanta calma puede surgir el caos en cuestión de minutos—comentó cogiéndome de la mano—Nunca lo voy a entender—habló tristemente.
—Todo es por papá, la gente se empieza a cansar de él—contesté haciendo que me mirara sorprendida.
—No entiende que Agni necesita cambios, avanzar y que la gente ya está preparada—respondió mi madre con una sonrisa esperanzadora.
—Hay algo más mamá, siento que esconde algo—confesé un pensamiento que había tenido en varias ocasiones.
—No pienses eso—dijo acariciando mi cara—Eres el cambio que necesita este país... ¿lo sabes, verdad?—expuso en forma de consuelo haciéndome sonreír por su confianza.
—Él no piensa lo mismo—contesté con rabia.
—¿Ha pasado algo? Te noto enfadado, cariño—me miró preocupada.
—Descubrió que me escapaba de palacio alguna noche con Dimitri y me hizo creer que Alaia había sido la que me había traicionado—le expliqué a mi madre—Y lo he escuchado hablar con Maksim burlándose de que me había engañado—mi madre se levantó porque no podía soportar los nervios.
—No entiendo cómo se puede ser tan perverso.
—La traté fatal, mamá—dije arrepentido haciendo que se acercara a mí y se arrodillara para estar a mi altura.
—¿Te importa esa chica?—preguntó tomando mi mentón para que la mirara.
—Siento que puedo confiar en ella y me divierto mucho con sus ocurrencias—le conté a mi madre mientras ella sonreía—No he conocido a nadie como ella—sonreí recordando todos aquellos días que habíamos pasado juntos.
—Solo hace falta mirarla para saber que es distinta—respondió mi madre volviéndose a sentar en su sitio—Pídele perdón porque estoy segura de que Alaia hará una excepción contigo, le debes muchas cosas hijo pero sobre todo el estar vivo—habló mi madre mirándome a los ojos.
—La tenemos que proteger de papá porque no sé de que es capaz para deshacerse de ella—revelé preocupado por ella.
—La protegeremos—me prometió mi madre sonriendo—¿Y a qué se supone que te escapabas tu de palacio?—preguntó mi madre haciéndose la enfadada.
—A ver como es la vida de los chicos de mi edad—respondí sonriendo.
—Ojalá pudiéramos ser gente normal como ellos pero es la vida que nos ha tocado hijo y tenemos que valorarla—me aconsejó tomando mi mano.
Hablar con ella era de las mejores terapias que existían en mi vida. Toda la confianza que me faltaba con mi padre, la tenía con ella. Desde que era pequeño teníamos una conexión que nunca se rompía. Pensábamos lo mismo sin hablar, teníamos las mismas ideas para el país mientras que mi padre era todo lo contrario a nosotros. Intentaba entenderle, ponerme en su piel y ver qué era lo que le había pasado en la vida para volverse alguien amargado y despiadado pero no entendía el por qué. Nada tenía sentido pero así era mi vida y tenía que aceptarla.
Aunque ahora me gustaba más estar en palacio porque tenía a Alaia que con su fuerte carácter y con sus conversaciones sentía que tenía un apoyo más aquí dentro. Tenía que hablar con ella, tenía que decirle que lo sentía y que era un tonto por pensar que ella se uniría a mi padre para traicionarme cuando la humilló desde el primer día que llegó a este castillo pero sobre todo tenía que confesarle que confiaba en ella.
¿Qué os parece la actitud del rey? ¿Y la conversación de Uriel con su madre?
Espero que os guste...
¡Nos leemos!
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La vengadora de cristal.
Novela JuvenilUriel, el próximo príncipe de Agni, necesita un nuevo guardaespaldas debido a que el suyo ha muerto en los últimos ataques de los rebeldes a palacio. La vida le sorprenderá trayendo a su vida a Alaia, la que siempre tuvo de compañero al abandono, s...