Capítulo 70.

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Diciembre 5, 2013

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Diciembre 5, 2013.

Era el cumple de la abuela Lulú, Diabla había llamado a Ethan para decirle y ver si podía ir verla, él al enterarse, se sintió mal al no saberlo y no haber hecho algo para ella.

Llegó a medio día con comida, almorzaron los 5, la enfermera, la chica que de la limpieza, la abuela y ellos dos.

La abuela había estado mal, enterarse por las noticias que Mía había estado secuestrada y por esa razón no había ido a verla, la había dejado devastada, había querido ir a verla, pero sus piernas no le permitían moverse mucho y su borreguita no le permitió salir de casa en el estado que estaba.

Además a Mía no dejaban verla, eso le había dicho Ethan.

- Te traje un regalo abuela, sé que Mía hubiese querido estar aquí, así que traje algo que ella escogería -dijo Ethan un poco apesadumbrado, sacó una cajita con un anillo y se lo pasó.

La abuela era muy coqueta, siempre usaba accesorios aunque nunca saliese de casa, una vez le comentó a Mía que le gustaban mucho los anillos, eso le dio una idea a Mía de qué regalarle.

La abuela lo vió y sonrió, volteó a verlo con lágrimas en los ojos.

- Muchas gracias, hijo -murmuró feliz, siempre habían sido solo su borreguito y ella, nunca habían tenido tanta compañía.

- Bueno, doña Lulú, es hora de cortar el pastel -dijo Jimena, sacó las medicinas de la presión que tomaba después de cada comida y se la pasó, mientras los demás arreglaban la mesa para cortar el pastel.

- Quisiera que estuviese Mía -murmuró la señora con la voz rota.

Diabla miró a Ethan y se quedaron mudos, sin saber que decir.

- Cuando ella despierte, cortaremos otro pastel -propuso Diabla, con una sonrisa para aligerar el ambiente.

La abuela Lulú asintió y trató de animarse para no preocupar a sus nietos, su pequeña Mía, había llenado de vida esa casa, con esos pocos meses que había estado yendo, tener a su borreguito era una gran felicidad, pero ternerlas a las dos juntas y además a Ethan, ese pequeño hombresito que había dejado tan pequeño, había llenado de vida la casa, se sentía incluso más alegre, que ahora faltara uno de ellos, le encogía el corazón.

Comieron los 5 el pastel de fresas que había llevado Ethan, trataron de hacer un momento agradable y hacer sonreír a la abuela, aunque los ánimos no estuvieran muy puestos para ello.

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