Capítulo 44.

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Octubre 9, 2013

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Octubre 9, 2013.

—¿Estás seguro que dice la verdad? —Le volvió a preguntar caminando hasta el sótano.

—Ya lo hemos confirmado —asintió de nuevo siguiéndole el paso.

—Organiza a los chicos, salimos en media hora —ordenó empezando a bajar hasta el sótano.

—Ya los localizo —confirmó el otro dando la vuelta para devolverse por donde había llegado.

Cervantes había cumplido con su parte, les había dejado el mensaje con uno de sus hombres, Franco y Chuy se habían movido para confirmar la información y paradero del supuesto implicado.

Así que solo le tocaba a ella cumplir con su parte del trato, entregar a su perra, justo donde la habían encontrado, o mejor dicho, secuestrado, daba igual.

—He, despierta bella durmiente —llamó quitándole la venda— tu estadía con nosotros terminó, al parecer si le importas a ese bastardo —informó buscando algo entre los estantes para dormirla.

—¿A dónde me van a dejar? —Preguntó con recelo.

—No te preocupes reinita, que de eso nos encargamos nosotros —aseguró volviendo a ella para ponerle un trapo en la nariz.

La mujer se movió para resistirse, pero estaba atada así que su movimiento era limitado, pronto cayó en la oscuridad de nuevo.

Diabla comenzó a desatarla y escuchó cómo bajaban sus chicos a toda prisa.

—¿Dónde la dejamos? —Cuestiono Maite acercándose para ayudar a Diabla.

—Pues, donde la encontraron —se encogió de hombros— vean si hay gente y la dejan dentro o cerca para que la encuentren —informó haciendo una seña para que los hombres la cargaran.

Los siguió hasta arriba y los ayudó a meterla en un auto que ya Franco había preparado.

—Voy con ustedes para cantarles la zona —informó subiéndose al auto de copiloto.

Todos se miraron entre sí, inseguros de aquello, no hacía mucho que había salido del hospital, pero no dijeron nada, se repartieron para salir con ella.

Cuando se acercaron a la casa donde habían encontrado a la mujer de Cervantes se dieron cuenta que parecía estar desolada.

Diabla bajó ni bien Franco estacionó el auto y empuñó su arma para estar alerta, caminó sin hacer ruido para asomarse por una ventana, pero todo parecía estar vacío.

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