Capítulo 58.

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Noviembre 9, 2013

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Noviembre 9, 2013.

—Siento que puedo dormir un mes entero —me quejé entrando a mi camerino.

Habíamos tenido una aparición en un programa de chismes, por la mañana, así que mi preciado sábado, había sido desperdiciado por trabajo.

—Por suerte no volveremos hasta el lunes, podemos comer, dormir y acurrucarnos todo el día —susurró Max, besando mi cuello.

Reí y me aparté para ir a tomar mis cosas y poder irnos.

—Quiero ver a la abuela Lulú —lo miré con cara de disculpa— ¿me llevas? —Pregunté haciendo un puchero.

Sonrió de lado y se acercó a tomar las cosas de mis manos.

—Nunca puedo decirte que no cuando me haces ese pucherito tan bonito —besó mis labios y me tomó de la mano para salir del canal.

Diabla había aprobado a la enfermera, al parecer había estado de prueba toda la semana y todo había estado en orden.

Se llevaba bien con la abuela, lo cual era importante, había sido complicado convencerla, no quería tener a nadie para que la cuidara, pero entre Diabla y yo logramos llegar a un acuerdo con ella, tenía entendido que se había portado bien y no había hecho renegar a la enfermera, además acordamos que el pago sería semanal, debía ir a llevarle el dinero, antes de que saliera de descanso a medio día.

Diabla se encargaba de dejar las comidas listas para la semana y limpiaba cuando podía, creía poder conseguir a alguien que fuese en el día a hacer esas cosas, sabía que a ella no le molestaba y no me había dicho nada de eso, pero no vivía ahí, no podía estar pendiente al cien de todo.

Ya lo hablaría con ella, si es que estaba con la abuela.

—¿Estas bien? —Cuestiono Max, besando mis nudillos.

Me giré a verlo y le di una sonrisa.

—¿Crees que Diabla me deje pagarle una señora de servicio a la abuela? —Pregunté con el entrecejo fruncido.

—Ya estás pagando una enfermera —me miró extrañado por el rabillo del ojo.

—Lo sé, pero la enfermera solo la cuida, no le hace comida, ni limpia la casa, ni lava ropa, Diabla hace todo eso, pero no vive con ella, puedo pagarle a alguien para que lo haga —me encogí de hombros.

—Haces mucho por ellas, no las conoces hace mucho —me recordó.

—Lo sé —suspiré.

—Solo ten cuidado, no quiero que se aprovechen de ti solo por que eres buena persona —me guiñó un ojo y siguió manejando.

No sentía que se estuviera aprovechando de mí, es decir, yo era quien había decidido ayudarlas y me había costado mucho que Diabla aceptara mi ayuda, esa chica no era fácil.

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