Capítulo 33.

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Septiembre 20, 2013

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Septiembre 20, 2013.

-Franco, quizá ella no vuelva a ser la misma, hay que estar preparados para lo que suceda -Observó Sofi, sentada a un lado de él, preocupada por su falta de reacción.

-Ella será la misma de siempre, solo necesita recuperarse -aclaró aún con la vista fija en Diabla.

Había despertado hacía dos días, pero no había reaccionado del todo, no hablaba y miraba a todos con indiferencia, como si no los conociera, se había negado a reaccionar, cosa que tenía desconcertados a los médicos, pues todos los estudios salían bien.

-Sebas me dijo lo que había estado pasando -dijo bajito para no despertar a Diabla.

-Aún no conseguimos el causante de las notas, ya han dejado dos más -explicó aparentando despreocupación, encongiéndose de hombros, pero sin poder estar tranquilo realmente.

-¿Crees que vengan por ella ahora que despertó? -Preguntó asustada.

Vio a Franco suspirar para enredarse en su silla.

-No lo sé Sofi, pero no podemos tomar riesgos, dejarla sola no es opción -negó con la cabeza sin saber muy bien cómo proceder- me siento perdido -confesó- es irónico que una niña de 17 años sepa más qué hacer en estas situaciones que nosotros, pero me siento perdido si ella no esta gritando órdenes -se encogió en el asiento sintiéndose pequeño.

-No eres el único -le aseguró Sofi sonriendo- Diabla hace falta, para regañarnos o para solucionar los problemas, ella siempre sabe qué hacer -coincidió con melancolía.

-Tiene que reaccionar -repitió Franco de manera dura- tiene que volver a tomar el mando de todo esto -aseguró con miedo de que no lo hiciera realmente.

Todos pensaban que la falta de reacción de Diabla se debía a que ella no quería hacerse cargo de todo, nadie la podía condenar por ello, era justificable si se cansaba de estar al mando, era aún muy niña para llevar la carga de una banda y un barrio entero, si bien ellos no estaban en nada ilegal a simple vista, eran encargados de acabar con la mierda de otras bandas, eso siempre traía más problemas, enemigos y peligros que nadie quisiera tener a los 17 años.

Franco sabía que no podía condenarla por querer abandonar, pero él no le pedía nada más, sino que volviera a ser la misma, así no quisiera hacerse cargo de nada, solo que volviese a ser su pequeña de mal carácter.

Para desgracia de ellos, aún no tenían idea de donde venían las notas, ni quien las escribía, ni quién estaba detrás del accidente de Diabla, él seguía apostando a que era Cervantes pero cada vez que buscaban, las pistas los desviaba a más personas que no tenían nada que ver con él, estaba agotado.

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