Cuando menos lo esperas, tu vida da un giro y el amor no será la salvación.
¿Dónde queda tu integridad cuando la oscuridad te alcanza?
Caminas, caes, tomas un respiro y miras al frente, siempre al frente porque si volteas, te caes de nuevo.
***
Dos...
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Agosto 20, 2013.
—Sabes que se va a armar grande si no llego —explicó serio.
—¿Qué más da? —Preguntó junto a él tratando de persuadirlo.
—Que se va a encender en las noticias si la llego a dejar plantada, eso me importa a mi —lo miró suplicante.
—Ya te lo dije, te vas y esto se acaba, Máx —advirtió yendo al bar a servirse un trago.
—No te quiero perder Alán, te sigo queriendo —declaró por lo bajo.
—Demuéstramelo, quédate conmigo, demuéstrame que soy tu prioridad —caminó hasta él y lo abrazó.
Lo rodeó con sus brazos estrechándome contra sí.
—Eres a quien amo —aseguró besando su frente.
—Ya no lo siento así —negó— esa niña es competencia aunque me lo niegues —murmuró temeroso.
—Alan estoy aquí, no con ella en ese restaurante, como debería, estoy contigo, ¿qué más necesitas? —Preguntó desesperado.
—Que me mires como la miras a ella —avaló.
—No la miro de ninguna forma, a ti te amo, a ella la quiero para cubrir las apariencias con mi padre —se justificó.
—Espero aún estar a tiempo de recuperarte —lo miró con ilusión y lo besó, como nunca antes lo había hecho, había impaciencia y necesidad en ese beso y lo entendió, él mismo se había confundido por culpa de Mía.
Le dolió estar allí sabiendo que Mía estaba sola, pensó en el dolor que le causaría al no llegar, pensó en lo molesta que estaría, pensó en ella, pero no estaba seguro de dejar a Alan. Al menos no por el momento.
No estaba seguro qué clase de amor sentía por esa pequeña intrusa que movió su mundo, pero sí sabía que sentía algo.
Decidió despejar su mente, darle a Alán lo que quería, solo tenía que aclararse y resolver el lío en el que se había metido, tendría que inventar una buena excusa para que Mía lo perdonara, de nuevo.
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