Capítulo 38.

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Septiembre 28, 2013

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Septiembre 28, 2013.

Desperté por el canto de un pájaro que se filtraba por la ventana, alcé la mirada y me di cuenta que estaba el sol fuerte, lo que significaba que ya era tarde.

Me moví un poco para desperezar mi cuerpo y estiré mi brazo para buscar a Max, pero encontré su lado vacío, incluso frío, señal que tenía rato de haberse levantado, me enderecé en la cama recostándome de la cabecera, y enrede mi cuerpo entre las sábanas, froté mis ojos y solté un suspiro.

El día anterior habíamos ido de nuevo a la casa de verano de sus padres, cuando fui a casa no había nadie, así que saqué ropa y dejé una nota, pero mamá no había llamado, lo que queria decir que no volvió a casa. Max había comprado la cena y vimos una película, esta vez sí la vimos, me hizo un masaje en los hombros para relajar la tensión acumulada, manteniéndome despierta.

Habíamos vuelto a hacer el amor, y me sentía muy dichosa, recordé sus caricias con una sonrisa, incluso pensar en ello me hacía querer más, desde que habíamos venido el fin de semana anterior no habíamos vuelto a tener oportunidad de estar juntos, así que me sentía un poco ansiosa por volver a estar con él, sin embargo al principio fue un poco incómodo, pero él fue paciente hasta que noto que ya no había incomodidad en mi, me hizo llevar al cielo.

Podía, sin duda alguna, decir que me gustaba el sexo, hacer el amor con Max se estaba volviendo mi actividad favorita.

Escuché la puerta y me giré a ver, Max entró con una bandeja entre sus manos, haciendo que mi sonrisa se hiciera más grande.

—Buenos días, pequeña —murmuró acercándose a la cama, sonreí y me senté mejor para que pudiese colocar bien la bandeja— no te quise despertar, para que descansaras un poco, así que decidí sorprenderte —dijo dejando la bandeja por encima de mis piernas.

Sonreí y estiré mi mano sujetándolo de la nuca para llevarlo hasta mi, lo besé despacio.

—Eres maravilloso —murmure sobre sus labios— gracias —lo miré y dejé un pequeño beso en su nariz, me enderecé a ver que había en la bandeja.

Le di un mirada enternecida al encontrar una rosa, junto con una nota que dictaba te amo, esas simples palabras hicieron bombear mi corazón más fuerte.

—Te amo más —dije sosteniendo la nota.

Él rió viendo mi cara y se sentó a un lado de mí, pasando su brazos por mis hombros para abrazarme, recosté mi cabeza en su pecho y sentí como dejaba un beso en mi cabeza.

—Quiero darte lo mejor —aseguró dejando besos en mi cuello.

Reí ante sus besos y me giré a darle un beso en los labios.

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