XXXIV

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Eran las nueve de la noche y Felix jugaba con las mejillas de Minho con calma observando como es que su cara se iba tornando en diferentes muecas.

Tomó las mejillas del chico con una mano haciendo que sus labios se abultaran e hiciera un piquito, donde el menor dejó un casto beso.

Minho hizo que Felix soltara las manos de su rostro y comenzó a dejar besos en los labios del chico para luego ir bajando por su rostro, terminando por frotar su nariz con el cuello del rubio que se rió debido a las cosquillas.

- Tu eres muy dulce pero ahora estás demasiado sobrepasado de azúcar, ¿sucedió algo?- Preguntó Felix con curiosidad mientras se sentaba en el regazo del mayor y colocaba sus manos en las mejillas contrarias.

- Tu ni siquiera lo notas pero se vuelve demasiado dulce cuándo está junto a ti, yo llegué a pensar que era un pedazo de hielo andante cuando era más pequeño. - Habló el padre de Minho desde la distancia que se encontraba jugando ajedrez con su esposa.

- Pero, cuando lo conocí ya era una persona muy empalagosa. - Miró a su pareja y alzó una ceja. -¿Desde cuándo te gusto?-

- Felix, estamos en la sala y mis padres están ahí, no voy a hablar de eso ahora. - Respondió con el ceño fruncido, se veía muy tierno.

- Entonces es mucho. - Paró de hablar y pensó. - Pero nosotros hemos comenzado a ser más cercanos hace relativamente poco tiempo. -¿Te atraje solo a la vista?-

-¡Lix!- Exclamó el mayor con la voz alta y las mejillas rojas. - No sigas hablando de esto, no ahora. -

Felix le sonrió y apretó sus mejillas. - Eres tan bonito cuando te sonrojas. -

-¡Ya! esto es vergonzoso. -

El menor rió y dejó un beso en la mejilla de Minho con dulzura antes de rodear su cuello y abrazarlo. - Cumplirás diecisiete años dentro de unas horas, el año próximo iras a la universidad, voy extrañarte mucho durante ese año cariño. -

-¡Jaque mate!- Exclamó la mujer seguido un grito de victoria a lo lejos.

- Aún no sabes si has ganado o no, eso fue un jaque. - Atacó el hombre con el ceño fruncido analizando la jugada.

- Estás encerrado entre la torre, el alfil y la reina, estás atrapado, ¡jaque mate!-

- Bien, tu ganas. - Terminó de hablar el mayor con un leve enojo y se levantó de su asiento para ponerse un abrigo.

- Nosotros nos iremos ahora, se que querrás privacidad cuando tus amigos vengan así que iremos a la casa de la abuela, volveremos mañana a la tarde junto a tu familia. Más les vale no romper nada, Lee. - Habló la mujer para luego colocarse un abrigo igual al de su esposo y tomar las llaves del auto. - No estaremos aquí a las 12 en punto así que ven y dejame tirar de tus orejas. -

Minho se acercó a su madre con un puchero en su rostro hasta que estuvo frente a ella. - Eso duele mucho. -

- Shh, calla. - Tomo con sus manos las orejas de su hijo y tiró de ellas hacia abajo una a una mientras iba contando. - Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciseis, ¡diecisiete!- Finalmente tiró ambas al mismo tiempo haciendo que el menor se quejara y sonrió.

- Mis orejas estaran rojas ahora. - Murmuró Minho con un leve puchero mientras era abrazado por su madre con cariño.

- Feliz cumpleaños mi niño, sabes que voy a tirar de tus orejas hasta los dieciocho. - Dejó un beso en la cabeza del castaño y luego terminó el abrazo con una sonrisa. -

- Feliz casi cumpleaños, ya estás grande hijo, no dejaré que te vayas de la casa hasta los dieciocho mínimo. - Terminó de hablar aquel hombre de unos cuarenta y cuatro años, dejó un casto beso en la frente de su hijo y sonrió. - Confiare en que no terminarás ebrio mañana, no permitire que tu hermano te vea en un mal estado. -

Minho asintió y les sonrió a sus padres.

-¡Cuidense!- Termino por decir la mujer mientras salía por la puerta de la casa.

[...]

Luego de unas horas el auto de ambos mayores ya se había ido y la planta baja estaba vacía.

En el primer piso se encontraba Felix boca abajo mordiendo la almohada más cercana.

Pequeñas lágrimas se habían creado en sus ojos haciendo que su vista se nublara.

- No muerdas nada, te dolerá la mandíbula mañana. -

El menor frunció el ceño y dejo de morder aquella tela para que los gemidos que se ahogaban en la almohada salieran de sus labios.

Felix se encontraba apoyado entre sus antebrazos y rodillas mientras que Minho estaba detrás suyo, embistiendolo como lo habían hecho los últimos días.

No demasiado rápido, ni con demasiada fuerza.

Quizás demasiado tranquilo, o al menos para Minho que jadeaba cada tanto.

-¿Crees poder soportar más?- Preguntó al mismo tiempo que dejaba de moverse.

- Solo hazlo. -

No habían pasado más de cinco segundos y Minho comenzó a dar estocadas rápidas en el interior del contrario.

El menor gritó, quiso gritarle que parara. No lo había preparado bien por puro deseo y ahora mismo notaba las consecuencias de aquel pequeñito error.

Dolía.

Dolía como el infierno.

Sentía todo su interior siendo estirado y estimulado con tanta fuerza bruta, quería llorar.

Pero más allá de aquel dolor insoportable, se sentía tan bien, el miembro del mayor maltrataba su próstata de una forma tan placentera.

Minho dejaba múltiples besos en toda la espalda del más pequeño sin dejar ninguna marca.

Susurraba palabras dulces en el oído de Felix con la voz suave al mismo tiempo que tomaba su miembro para comenzar a bombearlo al ritmo de las embestidas, logrando que el menor se convirtiera en un gran lío de jadeos y gemidos.

-¿Es demasiado?- Preguntó Minho con la voz baja.

Felix negó, se estaba mintiendo a si mismo, aprovecho que el castaño no podía ver su rostro. - No, está bien, puedo soportarlo. -

Dicho esto el mayor hizo las embestidas tan profundas como pudo.

Ambos estaban apunto de alcanzar el climax, estaban tan cerca.

Felix juraba notar como es que la cama estaba moviéndose junto a ambos, juraba escuchar el sonido de la madera contra la pared.

Luego de unas estocadas más finalmente ambos se corrieron juntos, el menor soltó un grito roto y sus piernas y brazos se vencieron, cayendo acostado sobre la cama boca abajo.

Minho se salió de su interior con lentitud y se levantó de la cama, Felix no supo cuando tiempo había pasado hasta que volvió, probablemente unos minutos.

- Bebé, ¿estás bien?- Preguntó Minho con preocupación, sabía que el menor no estaba dormido pero no se había movido en ningún momento. -¿Felix?-

Se acostó junto a él en la cama e hizo que lo mirara, justo en ese momento vio las lágrimas secas en sus mejillas.

- Si me hubiera afectado te lo hubiera dicho Ho, solo dolió mucho. - Respondió con una sonrisa en el rostro al mismo tiempo que se sentaba en la cama y lo abrazaba con fuerza.

-¿Fue demasiado no?-

- Si, pero eso no importa. - Se separó un poco del contrario y apoyó su mano en una de las mejillas de Minho. - Feliz cumpleaños cielo. -

El mayor vio el reloj de su habitación apuntando las 00:07am y le sonrió a Felix. - Gracias. -

bad reputation» minlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora