bad reputation» minlix

XIV

Felix había decidido no ir a la escuela y quedarse en su casa, cuando le preguntó a sus padres se sorprendió al ver que no se lo negaron, al contrario solo le pidieron hablar con él y ahora mismo se encontraba acostado en su propia cama mirando al techo.

Su vida se había ido desmoronando lentamente durante los últimos meses pero en cuestión de minutos todo había empeorado, los minutos en los que había estado en el consultorio con su doctor.

Todo cambió cuando supo que no lo habían tirado de las escaleras ni lo habían golpeado por una razón tonta. Lo habían drogado y habían abusado de él, no sabía quienes habían sido, no sabía por qué había pasado ni cuantas veces había sucedido.

Todavía sentía el dolor constante en todo su cuerpo porque habían sido demasiado bruscos y todos sus músculos dolían como nunca lo habían hecho.

Estaba pasándola realmente mal y sabía que si iba a la preparatoria y escuchaba aquellos murmullos terminaría por explotar, no quería terminar en una situación vergonzosa pero sabría que en algún momento pasaría y dejaría de quedarse callado.

Si, me drogo.
Si, me acuesto con chicos, o lo hacía.
Si, no soy un chico difícil de convencer.
¿Y qué?

La mayoría de personas probó algún tipo de droga alguna vez en su adolescencia, el tabaco es una droga, solo que es legal.
La mayoría de personas se acuestan con personas.
Hay muchas personas que no son heterosexuales.
También hay muchas personas que prefieren aceptar tener relaciones con alguien y bajar su calentura en vez de hacerse el interesante y fingir tener que ser un chico díficil.
¡Todos somos así!

Era pura hipocresía.

Solo era parte de la mayoría y por más que fuera la minoría no estaba mal.

¡No tenía nada de malo!

También sabía que no era la única persona a la que la perseguían en forma de murmullos, algunos de los chicos gays de su escuela sufrían por lo mismo,  igual que algunas otras chicas que simplemente aceptan haber tenido relaciones con varios chicos en una semana, quedando catalogadas como "zorras" de manera injustificada.

Era tan injusto y poco razonable que le generaba una impotencia tan grande que le costaba contener.

Quería llegar y gritarles a todos que hicieran silencio porque estaba apunto de enloquecer, pero lo tratarían de loco y ya habría una nueva palabra rondando por la escuela.

De la nada otro recuerdo llegó a su memoria como un rayo, eran varias personas tocando su cuerpo desnudo mientras estaba en la cama boca abajo con sus puños apretados.

No era como si no pudiera moverse pero el estado de shock era mayor y no tenía fuerzas para librarse de los tres pares de manos que lo manoseaban, generandole una sensación de angustia y asfixia que hizo que tuviera que controlar su respiración.

Sintió una fuerte presión en el pecho al mismo tiempo que daba media vuelta en su cama, quedando con la cara pegada al colchón, con sus manos apretó las sabanas y gritó con toda la fuerza que su cuerpo le permitía haciendo que su garganta quemara.

Por más que gritara nada iba a cambiar y no podría volver el tiempo atrás, no podía decirle a Yoonoh que no iría a la fiesta y tampoco decidir no ir para quedarse a jugar videojuegos con Wooyoung.

No podía cambiar lo que estaba hecho y parecía que enloquecería en cualquier momento, hasta el mismo Felix pensaba que estaba perdiendo su cordura.

Volvió a dar media vuelta mirando al techo blanco de su habitación. Por más que no hubiera nadie más en la habitación podía escuchar los susurros en su oído, podía sentir como es que aquel chico lo penetraba con fuerza, sus padres en la sala un piso abajo, sus amigos consolandolo, las manos manoseando su cuerpo desnudo y aquella bebida, Yoonoh se la había dado, había sentido un gusto a pasta en su bebida.

Entonces, ¿él lo había drogado?, ¿Yoonoh?

Quería respuestas y no tenía ninguna, su mente le estaba jugando en contra y sintió una enorme impotencia queriendo apoderarse de su cuerpo, quería romper todo a su paso y golpear la pared de su habitación hasta que sus nudillos sangraran.

Gritó desde lo más profundo de su garganta notando como sus cuerdas vocales se dañaban y su garganta ardía, había gritado pero ya no tenía el gran colchón ahogando su voz.

Decidió llorar una vez más mientras sollozaba y abrazaba sus almohadas como si fuera lo último que hiciera en su vida.

Sus padres no tardaron en subir a su habitación preocupados por el desgarrador grito de su hijo que se encontraba llorando como no lo habían visto en años.

Los ojos de Felix estaban rojos y muy hinchados, las almohadas estaban mordidas y la voz del chico se notaba lastimada, realmente se había hecho daño y como no hacerlo si había gritado con todas sus fuerzas buscando desahogarse.

Ambos adultos habían visto el examen de sangre y sabían que Felix sabía algo que ellos no, por lo que sin cuestionar solo lo abrazaron con fuerza, quizás habían sido demasiado ausentes.