XLII

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Felix le sonrió al hombre en frente suyo, por fin podría irse de aquella habitación y del hospital donde había estado por una semana.

Había llorado demasiado allí y la había pasado muy mal, ya quería irse.

La herida en el costado de su abdomen ya estaba cerrada, aunque claramente debía cuidarla, ya podía regresar a su casa a hacer reposo.

Debía ir al médico una vez a la semana por un tiempo indefinido hasta que se encontrara totalmente bien.

Había tenido una gran perdida de sangre por lo que su vida había corrido peligro en cierto momento, aunque no había sucedido nada serio realmente, era reconfortante saberlo.

Dio un paso fuera de la habitación donde había estado aquella semana y respiró, sus padres estaban a su lado, su abdomen dolía con cada paso que daba, sentía una gran puntada en aquella zona con cada movimiento que hacía.

Siguió con aquel dolor hasta que llegó a la puerta del hospital donde se encontró con los señores Lee y Minho a su lado, les sonrió.

La madre del castaño lo saludó con cariño, lo mismo pasó con el padre del chico y con Minho que lo abrazó con sumo cuidado.

Estuvieron abrazados por varios segundos que se sintieron como el mismísimo cielo para Felix que se aferraba al cuerpo del mayor con la poca fuerza que tenía en aquel momento.

Minho se veía tan bonito.

Tenía el cabello algo alborotado y ondulado, notaba que había salido de la ducha hace poco, su rostro estaba al natural y vestía de forma sencilla, todo aquello hacía que Felix quisiera abrazarlo y besarle las mejillas durante unas horas hasta quedarse dormido.

Pero ahora que tenía a sus padres encima de él todo el tiempo parecía algo imposible.

La situación se volvió incómoda y se vio obligado a soltar a Minho y mirar como los padres de su pareja se saludaban con sus propios padres.

Era raro.

Los padres de Minho sabían que eran pareja pero sus padres no y eso cambiaba todo el asunto.

Si solo estuvieran los progenitores del castaño sabía que podía hablar con Minho con tranquilidad y decirle todos los apodos tiernos que llegaban a su mente, pero no podía porque sus padres estaban ahí y no quería que ellos supieran nada.

No lo aceptarían jamás.

Ya la había cagado lo suficiente cuando su padre los vio demasiado cerca, había salvado la situación diciendo que Minho tenía algo en el ojo pero era una excusa muy tonta.

Suspiró y se dedicó a comenzar a caminar con todos los demás adultos mientras que Minho se quedó a su lado, claramente caminaba más lento que todos los demás por lo que se quedó detrás de ellos junto al mayor.

-¿Cómo estás?- Preguntó el chico con el tono de voz bajito y una linda sonrisa en su rostro.

- Adolorido pero feliz, se vuelve algo insoportable estar tanto tiempo solo en una habitación y estar comiendo siempre la misma comida, por más que pudiera salir de la habitación seguía sintiéndose todo muy apretado. - Contó Felix con tranquilidad mientras caminaba lentamente.

-¿Puedes caminar bien?- Preguntó el mayor al ver al contrario haciendo una mueca de dolor al dar pasos.

- Si si, solo duele un poco pero estamos cerca de mi casa así que no importa, solo serán unas pocas calles y estaré en mi camita. - Habló el menor antes de reír levemente.

Minho de manera lenta y silenciosa acercó su mano a la del menor para entrelazar sus dedos, al estar detrás de los adultos no podían verlos y sonrieron.

bad reputation» minlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora