Capítulo cuarenta y siete.

18.6K 1.3K 346
                                    


—Lo siento, la verdad es que no tenía a otra persona a la cual pudiera acudir—susurré, cuando el cielo comenzó a tornarse un poco más oscuro y la brisa helada chocó contra mi cuerpo.

Sabes que te ayudaré en lo que sea.

Me observó, su semblante estaba serio, y su mirada estaba fija en las pequeñas lágrimas secas que estaban en mi rostro, era inevitable. Había estado alrededor de dos horas sollozando por toda la avenida.

Siempre creí que la gente exageraba al decir que cuando el corazón se rompe todo cambia, y que hasta el respirar duele.

Ahora me estaba dando cuenta que todo aquello era verdad, que la sensación de falta de oxígeno sin esa persona especial si existe. Porque yo lo sentía.

Y me imaginaba mi corazón, de la manera más literal posible, roto en mi pedazos y sin una posibilidad de reconstrucción. El mundo se me había venido encima con la traición de Cameron  y mi corazón se había venido abajo.

Y esta vez se sentía diferente, esta vez yo tenía muy claro que las cosas definitivamente no volverían a ser iguales, porque yo jamás le perdonaría lo que él había  hecho, y eso era lo que más me dolía.

Que no podría perdonarlo jamás.

—Lo siento mucho, pero debías saber la verdad—murmuró.

—Jack, sin ti nada de esto hubiera pasado, yo seguiría a su lado sin tener idea de todo lo que había hecho a mis espaldas.

Jack asintió, y luego de un breve suspiro extendió sus brazos hacia mi, lo necesitaba. Realmente lo necesitaba. Sollocé suavemente en su hombro y me apretó mas fuerte contra su cuerpo.

El suave aroma de su piel se coló por mis fosas nasales y por unos segundos pude olvidar que la persona que llamé amor de mi vida, era la misma que había causado todos mis problemas.

—Debo ir a buscar a mi madre y mis cosas—susurré, Jack negó con la cabeza.

—Puedo ir yo a casa de Cameron en nombre tuyo, creo que puede ser algo riesgoso si eres tú quien va. Déjame hacer esto por ti.

Negué con la cabeza, mirándolo avergonzada.

—Bastante harás por mi teniéndome en tu casa, no quiero causarte más problemas.

—Leah, no eres ningún problema para mi—murmuró, sonando sincero.

—De verdad necesito hacer esto yo sola.

Jack asintió, mirándome directamente a los ojos.

—Iremos juntos, no permitiré te haga daño—murmuró, subiéndose al auto.

¿Hacerme daño? Definitivamente Cameron no podría hacerme más daño del que ya estaba hecho. Lo había perdonado, una, dos y hasta tres veces, probablemente le hubiera perdonado muchas más. Pero lo que había hecho, jugar de esa manera con mi madre y conmigo, definitivamente no tenía perdón.

Una lágrima cayó por mi mejilla recordando el día que lo había conocido, todo parecía tan irreal, como si el mundo se hubiera detenido y sólo fuera él quien se encontrara conmigo en esa sala, pero no. Todo eso era falso, todo estaba calculado de una manera asquerosa y retorcida.

Todo era una farsa, él me había engañado y me había utilizado a su antojo, y yo nunca me di cuenta de ello.

Me sentía traicionada, y estaba dolida. Mi orgullo era inexistente, todas las palabras de amor que le dediqué, y las noches que pase a su lado no le importaban en lo mas mínimo, no le interesaba cuánto amor estaba dispuesta a darle, no le importaba cuán enamorada estuviera de él, no le interesaba.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora