Dejo el vaso sobre la mesa, haciendo ruido. Levanto mi brazo y deslizo mi mano por mi boca, sacando los restos de humedad.
— Llenalo.— Ordeno, mientras muevo el vaso. El hombre se acerca, suspirando
— El bar ya cerró hace una hora. Debes irte.— Frunzo el ceño
— ¿Tienes una idea de quien soy?, puedo mandar a desaparecer este bar en menos de un día.— Me inclino
— Se muy bien quien eres, por eso te lo estoy diciendo.— Rodea la barra, bufo— Vamos, es hora de irse. Quiero irme a casa.
— No me interesa lo que quieras. — Alejo su mano, cuando intenta tomar mi brazo— Y yo puedo solo.
Salgo de la pequeña silla, al mismo tiempo que un mareo me atraviesa. Me apoyo sobre la barra, mientras todo da vueltas.
— Llamare a un taxi.
— No llamaras a nadie. — Me incorporo, para luego intentar caminar— Dejame solo.
Camino hacia la puerta, aún con mi alrededor dando vueltas. Ignoro sus palabras, mientras alejo su mano de mi brazo.
Abro la puerta, sintiendo enseguida el frío del exterior. Lo ignoro, comenzando a caminar. La oscuridad del abandonado distrito me recibe, mientras cruzo el umbral.
Ignoro sus llamados, girandome. Camino por la vereda, sin rumbo.
Siento las gotas frías caer, pero no me inmuto.
Lo unico que me acompaña, son los recuerdos que ahora son tormentos. Palabras, rostros, voces, cosas que jamas imagine que podrian llegar a doler.
El alcohol hace su efecto por dentro, en mi mente. Se adentra a ella, no alivia el dolor, pero me hace distraer de el.
En medio del silencio, logro escuchar pasos rapidos. Y luego ver una sombra, colocarse frente mio. Mi ceño se frunce, al no ver nada.
— Silencio.— Amenaza. Siento un tome brusco por detras, tomando mis brazos
— No hay necesidad.— Levanto levemente mis manos— ¿Quieren dinero?, mi billetera esta en mi bolsillo.— Apenas logro controlar mis palabras en voz alta
Sus manos revisan los bolsillos de mi pantalon, siento a mi billetera irse.
— Mira.— Frunzo el ceño, cuando levanta mi mano
— Un precioso anillo.— Me remuevo, cuando intenta sacarlo
— No, sueltame. — Forcejeo con el, ignorando sus amenazas— Puedo darte el dinero de el en el banco, pero no el..
Me callo, al escuchar el estruendoso sonido, del arma dispararse. Pero en realidad, al sentir la bala fue lo que me hizo callar.
Llevo una mano a mi costado, sintiendo lo calido de la sangre. Escucho sus pasos alejarse, retrocedo.
ESTÁS LEYENDO
La Niñera del Embajador
RomanceHace tres años, Bastian Wang perdió lo más preciado que tenia. Haciendo que su alma quede totalmente dañada, y rota. Tiempo después, solo se mantenia en pie por su legado, y su hijo. Pero, pareció no ser suficiente. En uno de sus momentos de quebran...