Capitulo XXXII

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Tomo otro sorbo, manteniendo mi mirada hacia adelante

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Tomo otro sorbo, manteniendo mi mirada hacia adelante. Continuan con la guerra de nieve, corriendose entre ellos.

Tomo mi telefono, cuando suena.

— Diga.

Señor, el auto esta listo para ir a buscarlo.

— Cancelelo.— Digo, aún observándolos

Cuelgo y dejo la taza en la mesa, me levanto. Me acerco a ellos, mirando hacia mi alrededor.

— Ya paso una hora.— Me miran — ¿No tienen hambre?

— Ay ya tiene hambre, Everest.— Se acerca — Disfrute de la nieve. Esta en su sangre.— Palmea mi brazo, suspiro

Miro mi pecho, cuando una bola de nieve cae en el. Levanto mi cabeza hacia William, sonrie.

— ¡Guerra de nieve!— Grita

Adelaida lo acompaña con un grito, comienzan a correr. Me mantengo en mi lugar, mientras la nieve cae en mi.

— ¡Ya muevase!

La miro, al mismo tiempo que la nieve vuelve a caer en mi, esta vez en mi rostro. Aprieto mis labios, saco los rastros.

La miro, sacudiendo mi rostro. Cubre su boca, para luego girarse.

— ¡Ay no!— Me agacho, enterrando mi mano en la nieve — ¡Perdon!

Armo una bola en mi mano, la impulso y luego la tiro. Cae en su cabello, haciendo que caiga.

William comienza a reir, lo miro, mientras sonrio levemente.

Göreceksin!— Se levanta rápidamente, o eso intenta

Camina hacia a mi, mientras toma nieve, y mientras sigue gritando en turco. Miro a William, se encoje de hombros y comienza a tomar nieve.

Hago lo mismo, colocandome en alerta.

Enseguida comienza a tirarme, me coloco de costado, esquivando los golpes. William le tira a ella, haciendo que lo mire.

— ¡Rubio! — Lo mira— ¡Traidor!— Vuelvo a tirar hacia ella, retrocede— ¡Ay!— Corre hacia a mi

Comienza a golpearme, pero sus guantes solo hace que sean suaves. Continuo sonriendo, disfrutando de su rostro enojado.

William comienza a tirarnos nieve, haciendo que Adelaida pare de golpearme. Aprovecho su distracción y me agacho, la coloco en mi hombro.

— ¡Everest!— Camino rápidamente hacia William

Intenta huir, estiro mi brazo hacia el y lo coloco en mi otro hombro. Gritan en mi espalda, mientras comienzo a caminar.

Me acerco a un monton de nieve, me inclino y los dejo en el, comienzan a reir.

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora