Capitulo XXXIV

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Camino rápidamente hacia la casa, aún quejandome

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Camino rápidamente hacia la casa, aún quejandome.

— Debi seguir mis instintos y seguirla. Por tu bien espero que estes en esa habitación, Cristal. Y por el mio.

Rodeo la casa, dirigiendome a la puerta de la cocina.

— Tengo que asegurarme de no despertar a nadie.— Me saco los zapatos, mientras llego a la puerta

La abro, mientras aprieto mis labios. La cierro lentamente, dejando los zapatos en el suelo.

Miro hacia el techo, cuando las luces se encienden.

Bajo mis ojos hacia la presencia, sentada en la silla de la mesada.

Mantiene su brazo apoyado en ella, mientras mueve los dedos.

— Buenas noches.

Me mantengo mirandolo, buscando que decir.

— ¿Qué tal?— Sonrío

Asiente, mira unos segundos detrás mio.

— ¿Y Cristal?— Parpadeo

— ¿Quién?

Entrecierra los ojos.

Ya la cagaste.

Cuando no.

— Oh, hablas de...— Comienzo a reir— Cristal, si. Es que conoci a una...— Sale de la silla— a una Cristal.

— Te hice una pregunta.— Me mira de arriba abajo, asiento

— Si, es que...— Miro hacia otro lado

Cubro mis ojos.

— No sabe lo que paso, Everest.— Niego con la cabeza — No me lo va a creer.

— Probablemente no.

— ¡No me lo va a creer!— Lo miro

Lo miro de arriba abajo, al notar que se esta acercando.

— Estabamos en el lugar a donde fuimos.— Carraspeo— Y yo voy a bailar, sola.— Asiente— Y Cristal me dice, que vendra a casa. Y me dije a mi misma, bueno, me esperara.— Me deslizo hacia un costado, cuando continua acercandose — ¿Y puede creer que no?, me fui...— Tropiezo con la lata del perro, me sostengo de la mesada— dos segundos.— Levanto mis dedos — Y se fue.

— La perdiste.— Niego

— No. ¿Como puede creer eso, Everest?, ella esta dormida.— Me detengo, haciendo que el lo haga

— ¿Segura?

— Si.— Arqueo mis cejas

No, pero siempre hay que mostrar seguridad.

Creo que asi no es.

Callate tu.

— Bien.— Vuelve a repasarme— ¿Y decidiste ir asi?— Me miro

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora