Capitulo XXXIII

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Me adentro al baño, sacudiendo mis manos

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Me adentro al baño, sacudiendo mis manos. Me acerco al lavabo y lo enciendo. Comienzo a lavarlas, al mismo tiempo que escucho un cubículo ser abierto.

Miro a traves del espejo, una mujer sale de el. Me mira y sonrie levemente, hago lo mismo.

Sacudo mis manos, mientras sale del baño. Me acerco al secador de manos y aprieto el boton, el aire comienza a salir.

Las muevo levemente, mientras escucho otro cubiculo abrirse. Giro mi cabeza, frunzo el ceño.

Un hombre sale de uno, dirigiéndose directamente hacia la puerta.

Parpadeo, mirando hacia otro lado.

— Que raro.— Vuelvo a sacudir mis manos, mientras la maquina se apaga

Me alejo y comienzo a caminar, miro hacia el cubículo.

Abro mis ojos de par en par, mientras lentamente cubro mi boca. Rio y vuelvo a caminar, salgo del baño.

Camino a pasos rapidos de vuelta a la mesa, aún cubriendo mi boca. Miro de reojo a William, en el caballo de juguete.

Miro al Everest, toma de su cafe, mientras mira su teléfono.

Me siento a su lado.

— Everest, deberiamos tener sexo en el baño.— Sonrio

Comienza a toser, alejando la taza. Frunzo el ceño y borro mi sonrisa, golpeo su espalda.

— Ay, ni que le hubiera dicho que se murio alguien.— Me mira, frunciendo el ceño

— Adelaida.— Alejo mi mano, carraspea

— Acabo de ver a dos salir de uno.— Vuelvo a sonreir— Se veia tan divertido.— Continua con su ceño fruncido — ¿Qué?, ¿quiere hacerlo en la pared pero no en el baño?— Frota su rostro

— No puedes venir y decirme eso. — Vuelve a acomodarse— Y menos si estoy tomando café.

— ¿No quiere hacerlo conmigo en un baño?— Frunzo el ceño

— No. — Mira hacia adelante — No en uno publico.— Miro hacia otro lado— Recuerda quien soy.

— Ah si. — Asiento— El Embajador.— Muevo mis manos, asiente — Ya entendí.

Aburrido.

Al menos lo haria conmigo en uno no publico.

— ¡Heidi!— Giro mi cabeza— Mira, encontre una moneda.— Levanto mis cejas

— Vaya, es de buena suerte.— Sonrio— Guardala.— Asiente, para luego guardarla

— Bien. Es hora de irnos.— Miro al Everest, guarda su teléfono

— Oh, no quiero volver a casa.—Me levanto de la silla, mientras miro a William— Todo estaba perfecto.

— Oh.— Me acerco y lo tomo en brazos — Seguira siendo perfecto. — Acaricio su cabello— Seguiremos jugando.

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora