Capitulo XXXI

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Coloco el teléfono en mi oreja, mientras aprieto mis labios

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Coloco el teléfono en mi oreja, mientras aprieto mis labios.

¡Heidi, hola!

— Hola Zeynep.—Sonrio— ¿Cómo estas?— Me miro al espejo

Muy bien, acabo de dar un parcial. ¿Tu cómo estas?, ¿sigues en ese viaje de trabajo?— Suspiro

— Si. Va muy bien. Oye, ¿recuerdas esa vez que hablamos sobre la palabra magica?

¿Cual de todas?

— La de flor roja.— Froto mi cuello, la escucho jadear

¡No lo puedo creer!, ¿¡cuando!?, ¿¡con quien!?

— No grites. Me pones nerviosa.— Frunzo el ceño

Esta bien, esta bien. Pero ya cuentame.— Aprieto mis labios

— Bien.— Suspiro— ¿Recuerdas de ese hombre que te conté, el amargado, frio y alto como el Everest?

¿Tu jefe?— Muerdo mi labio— No puede ser.

— En realidad es muy gracioso.

¡Heidi!

— ¿Si?— Cierro mis ojos— Fue solo una vez.

No estoy regañandote, solo estoy sorprendida. ¿Cómo sucedio?

— No lo se.— Cubro mis ojos — Pero Zeynep. Se sintio muy, muy bien.— Suspiro — Nunca me habia sentido de esa manera antes.

Me lo imagino. ¿Y ahora?

— No lo se. Supongo que todo sigue igual, solo que tal vez el y yo hagamos otras cosas.— Miro hacia otro lado, sonrío

¿Estas segura, Heidi?

— Lo estoy. Solo no estoy segura de como actuar.— Frunzo el ceño

De acuerdo. En estas cosas, tienes que estar completamente segura de ti misma.— Asiento— Actuar sexy.

— Sexy.— Sonrío —Me gusta como suena eso.— Borro mi sonrisa— ¿Y como hago eso?

Todo esta en la actitud. Y en los gestos.— Asiento

— Entiendo.

No, no no lo hago.

Miro hacia la puerta, cuando la abren.

— Tengo que colgar, acaba de entrar al baño.— Susurro

¿Eh?

— Adios.

Cuelgo, para luego guardarlo en mi bolsillo.

— Hola.— Sonrio, mientras ladeo la cabeza

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora