—Que rico se ven esos pancakes —sonrío, mientras tiendo mi mano
Frunzo el ceño, cuando Diana golpea mi mano.
—Son para William —desplaza el plato hacia el, frunzo mis labios
Lo miro, sonríe y comienza a comer.
—Ten, Heidi. Yo te comparto —me tiende su tenedor, sonrío
—Gracias, rubio. Pero solo un pedacito —tomo un pedazo, para luego ponerlo en mi boca
Miro hacia el umbral, al escuchar pasos.
—Buenos días —se adentra a la cocina
—Buenos días, señor.
—Don Everest —muevo mi mano, aún masticando
Miro a William, cuando no contesta. Se mantiene comiendo, sin mirarlo.
Termino de masticar, miro al señor Wang. Suspira, aun mirándolo.
Golpeo levemente la mesa, miro a William.
—Acabo de recordar algo —me mira—. Allah Allah. ¿Por qué no me hiciste acordar? —frunce el ceño
—¿Qué?
—Ayer te hice una promesa, ¿por qué no me dijiste que no la estaba cumpliendo? —frunzo el ceño
—¿Qué promesa?—me levanto de la silla
—Que tu —toco su nariz, sonríe—, tendrías tu día de padre e hijo —borra su sonrisa
—No lo se, Heidi. De seguro lo terminaré como ayer —mira su plato
—Error, rubio, error —camino hacia el señor Wang—. Porque este no rubio lo terminará contigo —tomo su brazo y lo hago caminar—. ¿Verdad, Don Everest? —lo miro
—Así es —miro a William, levanta su cabeza hacia el —. Lamento mi ausencia de ayer, pero hoy, estaré en todo lo que me digas —sonrío—, todo el día.
Me mira, asiento, aún sonriendo.
Suspira, vuelve a mirarlo.
—Bueno —chillo
—¡Que bueno! —me acerco a William, beso su mejilla—. Tendrán un día espectacular, no lo dudo.
—No quiero estar solo con el, es aburrido —me mira—. ¿Puedes venir, Heidi?
—Oh —miro unos segundos al señor Wang—, claro.
—Genial —sonríe—, ¿podemos ir al parque acuático? —levanto mis cejas
—Rubio, esa es una gran idea. Si no hiciera dos grados bajo cero y el parque estuviera abierto, te diría que si —sonrío
—Oh, cierto —mira hacia otro lado
—Pero, se perfectamente donde podemos ir —miro al señor Wang, aun sonriendo—¿Qué es este lugar? —mira hacia la ventana
—Un lago —me mira—, congelado. Es genial, no hay tantas personas como en el publico —sonrío
—¡Me encanta! —miro a William—. Vamos Heidi —abre la puerta y sale
Miro al señor Wang, cuando suspira.
—Aún esta enojado.
—Solo dale un poco de tiempo. Pasa tiempo con el, demuéstrale ese entusiasmo —golpeo levemente su brazo
—Le dije que no se como.
—Bueno, podría intentar... —sonrío, frunce el ceño—. Ya sabe —sonrío más, frunce más el ceño—. Levantar un poco... —estiro mis manos
Las coloco en su rostro, para luego levantar sus comisuras. Parpadea, aún frunciendo el ceño.
—Así, muy bien —saco lentamente mis manos
Borro mi sonrisa, cuando vuelve a ponerse serio.
—Lo intente —me encojo de hombros, tomo los patines
Me giro y salgo del auto, miro a mi alrededor. Sonrío, mientras muevo mis hombros.
Me acerco a William, mientras observa atentamente el lago.
—Genial, ¿verdad?
—Heidi, yo no se patinar —dejo los patines en el suelo
—Siempre hay una primera vez para algo, ya veras que es facilísimo —se acerca—. Ven, te ayudo a ponértelos.
Me agacho y lo ayudo a quitarse los zapatos, se los coloco.
—Don Everest, esto son los suyos —los señalo, al verlo de reojo
—Yo no patinare —lo miro, mientras frunzo el ceño—. No tiene sentido, no se como.
—Por favor, como si todos naciéramos sabiendo todo —me levanto—. Quédate sentado, rubio. Y a usted —vuelvo a mirarlo—, yo le enseñare, pero si patinara —lo señalo, suspira
—Te dije que era aburrido, Heidi —habla William, arqueo mis cejas
—Bien —murmura, sonrío
Se inclina y comienza a sacarse los zapatos, hago lo mismo. Tomo los patines y me los coloco, me giro.
Miro unos segundos el lago, para luego adentrarme. Me deslizo hacia el hielo unos segundos, rio y me giro.
—Vamos —me acerco a ellos, me inclino levemente y tomo las manos de William
Lo adentro lentamente, aun sosteniéndolo.
—Heidi —sujeta fuerte mis manos
—Esta bien, mira mis pies —me hace caso
Continuo sosteniéndolo por unos segundos, hasta que se relaja. Coloca sus pies en posición y intenta patinar.
—Eso es —sonríe—, te voy a soltar unos segundos, ¿si? —asiente
Lo suelto lentamente y me mantengo cerca. Eleva sus brazos, mientras patina lentamente.
—¡Muy bien, rubio! —aplaudo levemente
Ríe, mientras se gira, patinando hacia el otro lado.
—¡Esto es muy divertido! —rio
Miro al señor Wang, patino hacia el.
—Muy bien, su turno —estiro mis manos
—No me siento con ánimos de hacerlo —mira el lago
—Se sentirá una vez que sepa, vamos —muevo mis manos
Suspira, tiende sus manos y toma las mías, coloca sus pies en el hielo. Patino hacia atrás, adentrándolo.
Sujeta mis antebrazos, mientras mira hacia el hielo.
—No se tense tanto, coloque mis pies como yo —intenta copiarme—, eso es —sonrío—. ¿¡Cómo vas rubio!?
—¡Muy bien!
—¿Ve?, es sencillo. Si el rubio pudo —lo miro—, usted también —me mira
Oh no, otra vez sus ojos me están hipnotizando.
—¡Heidi, cuidado! —giro mi cabeza, intento moverme hacia atrás, al ver a William
Su cuerpo choca con el mío, haciéndome tambalear. Intento sostener del señor Wang, pero también se tambalea.
Me aprieto a el, mientras caemos al hielo. Me quejo levemente hasta que escucho a William reír. Lo miro, también sosteniendo al señor Wang.
Rio levemente, mientras se queja.
—¿Por qué se quedaron parados? —intento levantarme
—Pues, es más difícil enseñar a alguien de doble tamaño —lo miro
—Pues yo seguiré —miro a William, se levanta para luego patinar
Vuelvo a mirar al señor Wang, me levanto.
—Venga, lo ayudo —tiendo mis manos
Las toma, se levanta, aún sosteniéndose de mi.
—¿Seguimos? —asiente
Vuelvo a moverme, se mueve conmigo.
—Eso es, un poco más rápido —me muevo mas rápido, sonrío—. ¿Ve que fácil?
Continuo moviéndome, lo suelto lentamente. Se mantiene unos segundos quieto, me mira. Sonrío y asiento.
—Vamos, a ver venga hacia a mi —vuelvo a estirar mis brazos, suspira
Se desliza hacia a mi, retrocedo más. Se detiene y me mira mal.
—Vamos —arqueo mis cejas, moviendo mis manos
Se desliza más rápido, sonrío. Llega a mi y toma mis brazos, rio.
—Los Wang aprenden rápido —lo miro, aun sonriendo
Miro hacia William, antes de que vuelva a hipnotizarme. Se mueve en círculos, mientras parece estar cantando.
Sonrío y tomo su mano, comienzo a patinar.
—¡El que no me alcance es un huevo podrido! —lo suelto y me alejo
—¡Ese no seré yo!
Rio, escuchando a William.
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La Niñera del Embajador
RomanceHace tres años, Bastian Wang perdió lo más preciado que tenia. Haciendo que su alma quede totalmente dañada, y rota. Tiempo después, solo se mantenia en pie por su legado, y su hijo. Pero, pareció no ser suficiente. En uno de sus momentos de quebran...