𝕱𝖎𝖓𝖆𝖑

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Mantengo mis respiraciones profundas, intentando controlarme

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Mantengo mis respiraciones profundas, intentando controlarme. Cierro los ojos y intento no enloquecer, busco mi teléfono en el asiento.

Lo tomo y abro un ojo, gruño.

— ¿¡Porqué nadie me esta llamando!?— Grito en el teléfono, lo tiro lejos

— ¡Señorita por favor, calmese!

— ¡Usted siga conduciendo!— Aprieto mis manos al asiento — Oh no, no. Esta comenzando a doler otra vez, ¡apurese!

— ¡Ya llegamos, ya llegamos!— Detiene el auto— Ire por un medico, no se mueva.

— ¡Ni siquiera puedo mover mis piernas!— Lo aniquilo con la mirada, se apresura a salir

Doy profundas respiraciones, grito al sentir otra contracción. La puerta se abre y giro mi cabeza, tienden sus manos.

— Vamos, señorita. — Una mujer y un hombre me ayudan a salir, intento mover mis piernas

Me sientan en una silla de ruedas, continuo respirando profundo y siento el sudor en mi frente.

El hombre comienza a hacerme preguntas y intento responderle, mientras nos adentramos al hospital.

— ¿Viene sola?— Me limito a asentir

Allah Allah.— Estiro mi cabeza hacia atras— Voy a morir.

— No lo hara, solo respire profundo.— Tiende su mano y me apresuro a tomarla, atraviesa el pasillo

— ¿Quiere que llame a alguien, señorita?— Más doctores se acercan y nos adentramos a una habitación

Me acercan a la camilla y el hombre suelta mi mano, luego de un esfuerzo me recuestan en ella.

— Mi amiga.— Respondo — Y mi novio.— Cierro los ojos unos segundos, siento como me colocan almohadas detras mio

Limpian el sudor de mi frente y dejo que saquen mis pantalones. Escucho al doctor a hablar y maldigo cuando dice que la dilatación ya llegó a tres pulgadas.

No me diste tiempo ni de ponerme una bata.

Maldición, esto es porque vine sola.

— ¡Heidi!— Giro mi cabeza, Zeynep se asoma en la puerta

— ¡Zeynep!, ¡dejenla pasar!, ¡es mi amiga!— La dejan pasar y corre hacia a mi

Estiro mi mano hacia ella y enseguida la toma, mira a su alrededor.

— ¿Cómo te sientes?

— Quiero vomitar.—Balbuceo

— ¿Donde esta Emre?— Pregunta

— No lo se, pero lo voy a matar cuando lo vea. Lo llame cien veces.

— Tranquila, tranquila.— Toma un pañuelo y limpia mi sudor — ¿Ya sientes ganas de pujar?— Niego

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora