Capitulo XXX

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Parpadeo lento, aún mirandolo

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Parpadeo lento, aún mirandolo.

No, no quiero dormir.

Miro su brazo, ya sintiendo mi corazon latir más fuerte por su toque. Siento su mano tomar mi cintura, mientras se coloca frente mio.

Miro su pecho, esperando su siguiente movimiento.

No tarda en bajar sus labios a los mios, uniendolos. Tomo sus mejillas, asegurandome de que no se separe.

Tomo la iniciativa y acelero el beso, haciendo que sus manos se aprieten más a mi cintura.

Me hace retroceder, hasta que mi espalda choca con la pared. Acaricio su pecho, mientras su mano baja.

Toma mi pierna y la sube a su cintura, mientras coloca la suya entre las mias. Aprieto mis manos a su saco, sintiendome cada vez más deseosa.

Acaricia mi pierna, hasta apretar su mano en mi trasero. Suspiro, sin despegar mis labios de los suyos. Mi cuerpo comienza a acalorarse, haciendo que la ropa comience a molestar.

Rodeo su cuello, para luego enredar mi otra pierna a su cintura. Toma enseguida mis muslos, mientras lo siento caminar.

Se separa, comenzando a besar mi barbilla. Juego con su cabello, mientras suaves jadeos salen de mi boca.

Me separo, cuando lo siento sentarse en la cama, conmigo encima.

Observo su rostro unos segundos, sus ojos, tan salvajes como los mios. Su boca, entreabierta y hambrienta como la mia, y su cabello, despeinado como de seguro también lo esta el mio.

Y también, ambos deseamos lo mismo.

Coloco mis manos en su saco, para luego pasarlo por sus hombros. Se lo quita, aún mirandome.

Su brazo rodea lentamente mi cintura, mientras acerca su rostro.

—¿Segura?—Mira mis labios, mientras empuja mi cuerpo más hacia el

Enseguida siento su dureza por debajo de mi entrepierna, enviandome un estremecimiento por mi espalda.

—Como nunca antes.— Susurro de vuelta, mientras rodeo un brazo a su cuello

Comienzo a menear mis caderas, haciendo fricción con el. Cierra los ojos, mientras su mandibula se aprieta. Acerco mis labios a su rostro, comenzando a besar cada centímetro.

Sus manos acarician mi espalda, hasta llegar al cierre del vestido. Lo baja lentamente, mientras sus labios bajan a mi cuello.

Las tiras de mis hombros se sienten debiles, siento sus manos en ellas. Sus dedos acarician mi piel, mientras las baja.

Ayudo a bajar la parte de arriba, enseguida sintiendome expuesta. Lo miro, mientras sus manos terminan en mis costados.

Me mira unos segundos, para luego bajar su mirada hacia mis pechos. Vuelve a mirarme, elevando levemente sus comisuras.

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora