Capitulo XIII

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—¿Estas seguro? —lo miro—

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—¿Estas seguro? —lo miro—. Conozco al abuelo, no le gustara saber la verdad.

—Oh, no te preocupes por eso. Ya tengo todo planeado, la vera, vera que es alguien rica y eso será suficiente. Además, el se muestra una vez por mes, le diré que nos separamos unos meses —vuelve a mirarla—. Y a ella le encanta, tiene todos sus lujos. Aunque, me pregunto donde esta Adelaida.

Yo también. Salió con William como hace dos horas.

Giro mi cabeza, al escuchar el ruido de la puerta.

Adelaida se adentra, sosteniendo la mano de William. Frunzo el ceño, al ver su ropa. Esa no es su ropa habitual.

—Lamento llegar tarde —se acerca a pasos rápidos—, estábamos...

Se queja, cuando uno de sus zapatos se dobla.

—Ya me harte se los quita— Como decía, estábamos en el parque, con una amiga. ¿Verdad, rubio?

—Si —miro a William, sonríe—. Y Heidi me compró un algodón de azúcar.

—Si. Señor Mason, ¿usted quería que atienda a la rubia?

—Así es, Adelaida. Esta arriba. Por cierto, te ves muy bien hoy —lo miro

—¿En serio? —vuelvo a mirarla—. Bueno, no es mío —mira su ropa

Suspiro y miro hacia otro lado, carraspeo.

—Adelaida —me mira—, atenderás a la señorita Ashley por hoy, yo me encargare de William —asiente—. Puedes retirarte.

—Claro —mira unos segundos a William, para luego alejarse

Bajo mi cabeza hacia el, me mira.

—¿Qué quieres hacer hoy, William?

—Ahora quiero comer —sonríe, asiento

—Bien. Entonces merendaremos primero, ve a decirle a Jackson lo que quieres, yo hare primero unas llamadas.

—Okey —se encoje de hombros, se gira y comienza caminar

—Parece más animado —miro a Mason—. Adelaida debe hacer un buen trabajo.

—Eso parece.

—Estaba pensando en invitarla salir —sonríe, frunzo el ceño

—¿Por qué? —se encoje de hombros

—Es atractiva, y además me hace reír —suspiro—. ¿No crees que es atractiva? —lo miro en silencio—. Cierto, cierto. Lo único que sale de tu boca es trabajo, trabajo, quejas y refunfuños, trabajo y trabajo. Bien, si me disculpas, iré a buscar a mi falsa novia —se aleja

Lo miro subir las escaleras, miro hacia adelante y comienzo a caminar.

Me acerco a la cocina

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Me acerco a la cocina. Observo a William parado en una silla, mientras acomoda algo en una bandeja.

—¿Qué haces, William? —me mira, sonríe

—Jackson me enseñó a como armar una bandeja —me acerco—. Y Heidi me dijo que unas flores siempre tenían que estar —acomoda las flores

—¿Por qué una bandeja?

—Así vamos afuera. Heidi me dijo que el sol me daría buen humor. Y que tu necesitas mucho sol.

—Entiendo.

Mujer maleducada.

Giro mi cabeza, al escuchar unos murmuros. Adelaida se adentra y nos mira.

—Oh, hola —mira hacia todos lados—. ¿Donde esta JayJay?

—Se fue a comprar —habla William, se queja

—Bueno, tendré que hacerlo yo —abre la nevera—. La señorita me pidió un licuado de frutos rojos, pero nada de cerezas que es alérgica —comienza a tomar unas bandejas —. Muy bien. Frutillas, frambuesas —se detiene, mientras levanta una bandeja—, ¿o cerezas? —mira hacia la heladera —. Y aquí hay otra bandeja, ¿qué es esto?, ¿por qué hay tantas frutas?

Deja todo en la mesada, nos mira.

—Ayúdenme y díganme si estas son frambuesas o cerezas —miro la bandeja que levanta

—Frambuesas —respondo

—Gracias —sonríe—, hace tanto que no las veo que las olvido.

Se gira y camina hacia la otra mesada, saca licuadora y comienza a colocar las frutillas.

—Papá —escucho a William, lo miro y me inclino—, creo que esas son cerezas —susurra

—No, William, son fresas —susurro de vuelta

—Heidi...

—Vamos, William —lo interrumpo—, dejemos a Adelaida trabajar —tomo la bandeja

Se baja de la silla, caminamos fuera de la cocina.

Aprieto mis labios, mientras escucho el ruido de la licuadora.

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora