Capitulo XXVII

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Bajo las escaleras, mientras suspiro

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Bajo las escaleras, mientras suspiro.

Bien, hablar y aclarar, depende de como termine, habra besitos.

Me giro hacia la sala de estar, mirando detras mio. Coloco mis manos en los pomos de las puertas, para luego abrirlas.

Me adentro lentamente, observando a mi alrededor.

Las lámparas encendidas es lo unico que ilumina, haciendo que este un poco oscuro.

Miro hacia el sofa, esta sentado, apoyando sus codos en sus piernas. Cierro las puertas, me apoyo unos segundos en ellas.

Gira su cabeza hacia a mi, luego baja sus ojos hacia mi cuerpo, suspiro. Comienzo a caminar, cuando lo veo levantarse.

— Don Everest, quiero hablar.— Miro hacia otro lado, me acerco a la biblioteca

— Bien.—Veo de reojo como se acerca

— Bien.— Remuevo mis manos — Primero, que es exactamente esto.— Lo miro

Me giro, dandole la espalda a la biblioteca, y mirandolo. Se coloca delante mio, me sorprende no verlo con su ceño fruncido.

— ¿Tiene que tener un nombre?— Miro hacia otro lado

— Tiene que...— Frunzo el ceño— tiene que ser algo, Don Everest, sino estare confundida. No lo entiendo a usted. La verdad, no lo entiendo. Un segundo me dice que el beso fue un error y taratara, y al otro, me quiere dar besitos. Expliquemelo.— Me cruzo de brazos

Asiente, aún mirandome.

— Y tu...— Se acerca, bajando más su cabeza. Miro su pecho, mientras siento su respiración en mi cabello — ¿qué tienes en mente?

Trago saliva, mientras remuevo mis manos.

— Bueno...— Lo miro unos segundos — no puedo pensar mucho ahora.— Casi susurro

— ¿No?— Se acerca a mi oido, cierro los ojos— Yo creo que tenemos tiempo para pensarlo.— Su rodilla separa mis piernas, para luego colocar la suya entre ellas

Me levanta levemente, lo miro. Su pierna esta justo en mi entrepierna, y una presión esta ocurriendo entre ellas.

— ¿Bastian?— Susurro, en espera de lo que esta haciendo

Me mira, de una manera que me causa más nervios.

Toma suavemente mi cintura, para luego hacerme avanzar. Me sostengo de sus brazos, aún mirandolo.

Se sienta en un sofa, apoyando su espalda. Separa sus piernas y me hace sentar en una, me apoyo en su muslo. Lo miro, desconcertada.

Se mantiene mirandome por unos segundos, pareciendo estar analizandome.

Se incorpora lentamente, acercando su rostro al mio. Parpadeo, mirando sus labios. Una de sus manos se va a mi cadera, miro sus ojos.

Entreabro mi boca, cuando las mueve. Haciendo friccion con su pierna.

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora