Capitulo XLV

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Tomo sus muñecas y las coloco en su espalda, pegando su pecho en la pared

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Tomo sus muñecas y las coloco en su espalda, pegando su pecho en la pared. Continuo embistiendola, acelerando cada vez más mis movimientos. Coloco mi mano en su mandibula y levanto su cabeza, escuchando sus gemidos más de cerca.

Cierro unos segundos los ojos, al sentirme llegar. Sus paredes me aprietan y detengo mis movimientos, quedandome dentro de ella. Jadea y me giro, camino hacia la cama.

Pego su pecho en ella y luego pego el mio a su espalda, vuelvo a moverme. Gira su cabeza hacia a mi y corro el cabello de su rostro, soltando sus muñecas.

Pego mis labios a los suyos, callando sus gemidos. Escucho como los retiene en su garganta y como comienzan a ser más fuertes, dandome la señal. Gruño y bajo mi cabeza, acelerando cada vez más mis estocadas.

Escucho como se acelera y su mano se aferra a mi muñeca, incorporandose levemente. Aprieto mi mandibula y muerdo su piel, reteniendo un gemido y liberandome finalmente.

Pego mi cabeza en su espalda y mis manos en la cama, evitando aplastarla.

Escucho su respiración agitada y trago saliva, la miro. Apoya su cabeza en el colchon, sus ojos se cierran y sonrio levemente. Beso su espalda y subo hasta su mejilla, mientras rodeo su cuerpo.

Me giro y recuesto mi cabeza en la almohada. Suspira y coloca la suya en mi pecho, mientras me rodea.

— Nos dara frio.— Se inclina y abre las sabanas, para luego cubrirnos

Acaricio su cabello, mientras vuelve a colocar su cabeza en mi pecho. La levanta y estira sus labios hacia los mios, me inclino y los uno unos segundos.

Vuelve a acomodarse, suspiro.

— Al final no me has contado.— Vuelve a mirarme — Sobre lo del parque.

— Si, tampoco me ha dejado tiempo.— Frunce levemente el ceño— Apenas llegó la noche me secuestró hacia la habitación.— Sonrio

— No aguantaba.— Llevo un mechon detras de su oreja — Pero ya puedes contarme.

— De acuerdo, ¿de que quiere que le cuente?— Mueve sus dedos a mi pecho, mientras vuelve a acomodar su cabeza en el

— De Londres, ¿siempre quisiste ir ahi?— Acaricio mis dedos en su espalda

— Si. Hace unos años era como un gran sueño, ir y hacerme reconocida por mis libros. Pero...— Se detiene

— ¿Pero?

— Pasaron cosas.—Apoya su barbilla en mi pecho y me mira, frunzo levemente el ceño

— Cosas...

— Con mi hermana. Y con mi ex novio. Bueno, prometido.— Parpadeo

— Tu, ¿estuviste comprometida?— Me incorporo levemente

La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora