—Rubio, no corras tal lejos —camino más rápido—. ¿Por qué no te detienes?, tengo que ponerte repelente.
—Hace como dos grados bajo cero, y cubriste todo mi cuerpo —se detiene
—¿Quién dice que no vendrá un mosquito del invierno?, además, no te cubrí el rostro. Te falta la bufanda —tomo la mochila, mientras me acerco a el
—¿Por qué papá habla por teléfono?, dijo que no haría nada del trabajo.
—Tal vez es una emergencia —comienzo a colocarle la bufanda—. Además, ¿recuerdas que hablamos en la mañana?
—Si. Que tengo que entenderlo —asiento
—Así es. Así como el te entendió a ti y te cumplió este día, y así como tu me entenderás y me dejaras ponerte repelente —frunce el ceño
—Heidi. No hay mosquitos en invierno, al menos no aquí —suspiro—. Quiero jugar con la pelota —sonríe
—Bueno, solo porque yo también —sonrío, tomo la mochila y saco la pelota—. Prepara el lugar, le diré a uno de los hombres que cuide la mochila —asiente, toma la pelota y se aleja
Me giro y camino hacia un guardia, sonrío.
—¿Puedes sostener esto? —se lo tiendo, lo mira
—Supongo —la toma, me giro y camino a pasos rápidos
—¡Gracias!
Corro hacia William, aplaudo levemente.
—Muy bien, veamos que tienes —coloco mis manos en mis rodillas, mientras entrecierro los ojos—. Te advierto que fui la mejor en mi pueblo. Arrasaba las calles de tierras con mis botines. ¿Tu que tienes?
—Hago soccer desde hace dos años —sonríe, miro hacia otro lado—. Pero nunca pude arrasar en calles de tierra.
—Bueno, si en césped. Vamos, dame tu mejor tiro —sonrío
—¡De acuerdo!
Me coloco en posición, observando la pelota.
—¿Mencione que también soy una gran arquera? —estiro mis piernas, aun observando la pelota
Entrecierra los ojos, mientras se coloca en posición. Se mantiene en suspenso unos segundos, hasta que patea.
Bajo mi cabeza, cuando mi teléfono suena, lo tomo.
—¿Hola? —sonrío, al mismo tiempo que escucho un quejido
Giro mi cabeza. Abro mis ojos de par en par, al ver al señor Wang quejándose.
—¡Señor Wang!, ¿¡esta...!?
—¡Heidi!
—¿Zeynep? —vuelvo a sonreír, mientras miro hacia otro lado—. Zeynep, amiga, ¿como estas?
—Muy bien. Adivina donde estoy —entrecierro los ojos
—Sabes que soy mala con las adivinanzas, ¿por qué me haces esto?
Vuelvo a girar mi cabeza. Parpadeo, al verlos.
—Oh, cierto. Zeynep, luego hablamos, tengo que colgar.
Cuelgo. Guardo mi teléfono, al mismo tiempo que me acerco a ellos.
—¿Esta bien? —bufa, mientras sacude su ropa
—Si —nos mira unos segundos
—Tiene una maldición con las pelotas, jefe Evere —me callo, frunce el ceño—, evere, evere —muevo mis manos, mientras sonrío—. ¿Seguimos jugando? —miro a William
—Solo si papá juega —se cruza de brazos, frunciendo el ceño
—Por supuesto que va a jugar —acaricio su cabello—. Dos equipos —sonrío—. Aunque somos tres, necesitamos uno más.
—No creo que así sea —lo miro
—No sea tímido, yo buscaré a otro —le guiño un ojo. Me giro y comienzo a caminar, miro al hombre que le di mi mochila
—Adelaida...
—¡Yo me encargo! —camino hacia el—. Hola, volví —sonrío—. ¿Cómo te llamas?
—George.
—George —asiento—. ¿Eres bueno con la pelota? —ladeo la cabeza, frunce el ceño
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La Niñera del Embajador
RomanceHace tres años, Bastian Wang perdió lo más preciado que tenia. Haciendo que su alma quede totalmente dañada, y rota. Tiempo después, solo se mantenia en pie por su legado, y su hijo. Pero, pareció no ser suficiente. En uno de sus momentos de quebran...