Capitulo I

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—No se como agradecerles —coloco una mano en mi pecho, mientras los flashes de las cámaras continúan—

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—No se como agradecerles —coloco una mano en mi pecho, mientras los flashes de las cámaras continúan—. Principalmente a mis padres, quienes me han apoyado siempre.

Los ojos de mi madre brillan con lagrimas, mientras que mi padre no se molesta en ocultar las suyas.

—Y bueno, a mi hermana. Aunque estés muerta de celos, te quiero.

Me saca el dedo del medio, arrugando sus labios.

Sonrío.

—Pero creo, que debo agradecer más que nada a mi esposo. Sin el, no hubiera tenido la inspiración para este libro.

Me giro hacia el. Se mantiene de espaldas, con esos grandes músculos, y esa altura, y ese cabello negro.

Me acerco a el, levantando mi mano a su hombro.

—¡Heidi!

Ignoro el grito, aun acercándome a el. Coloco mi mano en su hombro y lo giro.

—¡Heidi!

Me sobresalto, abriendo los ojos. Frunzo el ceño al sentir el sol en mis ojos.

Giro mi cabeza, mientras parpadeo.

—¿Por qué me despiertas así?, ¿hay una guerra o qué?

—Mamá dijo que te toca ir a hacer las compras —la miro—. ¿Otra vez soñabas con tu misterioso?

Frunzo más el ceño mientras me incorporo, me mira con burla.

—Claro que no. Soñaba algo mejor, que te mudabas —sonrío, rueda los ojos

—Anda, levántate. O me comeré tus tostadas.

Se levanta de mi cama, para luego salir de la habitación. Bufo y tiro mi cabeza a la almohada, mirando hacia el techo.

¿Por qué no puedo dejar de pensar en el?

¿Y por qué me preguntas a mi?, como si yo supiera.

—No estaba preguntándote a ti. Estaba preguntándole al todo poderoso.

—¡Y deja de hablar sola!

Frunzo el ceño.

Frunzo el ceño

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La Niñera del Embajador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora