Me giro hacia el espejo.
Bufo.
¿Cómo se supone que tengo que ir vestida?
—Safira —me giro hacia ella. Saca la mirada de su teléfono—. tu trabajas en una oficina. Ayúdame a vestirme.
Suspira y deja su teléfono. Camina hacia a mi mientras me mira de arriba abajo.
—Primero, quítate ese chaleco. ¿Piensa que todos quieren asustarse con esos colores? —frunzo el ceño
—Que mala eres. Eres mala —rueda los ojos
Suspiro y me quito el chaleco.
—No es mi culpa que seas una aburrida sin gusto —lo dejo en la cama
—Pues si quieres entrar a la ciudad, tendrás que serlo .—arquea sus cejas—. Ahora.
Se acerca a mi armario, la miro.
—Veamos si tienes algo con clase —suspiro y me miro al espejo
Lo hago por unos segundos. Entrecierro los ojos y me acerco a el, coloco mis manos a cada lado de el.
—Espejito, espejito, no me interesa ser la más bonita pero si conseguir este empleo.
Ahora si te volviste loca, Adelaida.
—Tu eres mi mente, tu estas loca.
—Muy bien —me incorporo, se acerca, con un vestido suelto—. No tiene muchos colores, supongo que este es apropiado. Junto a este cinturón.
—Oh, este lo utilice en la boda de la tía Melek. ¿No es bonito? —sonrío y lo tomo
—Creo que es apropiado —borro mi sonrisa, la miro
—¿Puedes al menos motivarme?, es la primera vez que iré a una entrevista. Y estoy que me muero de nervios —muevo el vestido—. Mira, mis rodillas tiemblan.
Bajo mi cabeza y miro mis rodillas. Están temblando, solo que no se nota.
—Y mira mi mano —la acerco a su rostro, frunce el ceño—. Tiembla como gelatina. Soy una gelatina, Safira. ¿Por qué no ayudas a tu hermana la gelatina?
Bufo y vuelvo a mirarme al espejo, froto mi rostro.
—Allah' im yardim et (Ayúdame Dios) —miro hacia arriba
—Deja de quejarte. Estoy siendo realista —la miro—. Heidi, ¿qué vas a decirle?, eres una ornitóloga y el trabajo más largo que tuviste fue el de la tienda —frunzo el ceño
—Tuve ese trabajo en la cafetería de la esquina, eres una pesimista.
—Ese trabajo te duró dos horas —me cruzo de brazos
En mi defensa, estaba muy nerviosa por el primer día. Y cuando creí que un cliente iba a sacar un arma, era su billetera. Al jefecito no le gustó nada.
—No importa —sacudo mi cabeza—. Conseguiré ese trabajo. Porque ni con un arma en la cabeza me caso con Emre —comienzo a sacarme el pantalón
—Allah, Allah —se aleja, suspirando
La miro de reojo. Mujer malvada, no puedo creer que no me este ayudando con los nervios.
Siento que bajare calorías con todo lo que estoy sudando. La ultima vez que fui a la ciudad fue para visitar el cine. Fue uno de los mejores días, si no fuera sido por ese hombre que quiso invitarme a bailar en la calle.
Yo creí que me quería atacar, y termine golpeándolo.
Pero no, actuare con postura.
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La Niñera del Embajador
RomanceHace tres años, Bastian Wang perdió lo más preciado que tenia. Haciendo que su alma quede totalmente dañada, y rota. Tiempo después, solo se mantenia en pie por su legado, y su hijo. Pero, pareció no ser suficiente. En uno de sus momentos de quebran...