Tomo otro sorbo, manteniendo mi mirada hacia adelante.
¿Qué hubiera pasado si nos hubiéramos besado?, ¿se hubiera arrepentido?, ¿me hubiera abrazado y me hubiera hecho que siempre quiso hacerlo?, ¿hubiera sonreído?
Ya estoy soñando demasiado.
—¡Heidi! —doy un respingo, giro mi cabeza
—Ay, ¿porqué me gritas? —froto mi oreja
—Te estoy preguntando si quieres más tostadas —frunce el ceño, miro hacia el reloj
—No puedo, ya tengo que ir a la casa —tomo un ultimo sorbo, para luego levantarme
—Siempre llegando tarde, que raro —jalo levemente el cabello de mi hermana, se queja—. Estúpida...
—¡Los veo luego! —la interrumpo, para luego besar su mejilla
—Esa es la mente de una estúpida enamorada —frunzo el ceño, mientras camino hacia a mi madre
—¿Qué? —beso su mejilla, me mira—. ¿Mi hija enamorada?
—¿Qué dices mamá? —me acerco a papá—. Safira debió ponerle azúcar a su té —la miro mal, entrecierra los ojos
—Oh, recuerdo nuestra época de enamorados —beso la mejilla de mi padre
Mira a mi madre, sonriendo. Frunzo el ceño, mientras sonríen al mismo tiempo.
Me alejo, arrugando mis labios.
—¡Me voy! —camino hacia el umbral
Continúan mirándose, mientras Safira me ignora. Frunzo el ceño y me giro, caminando hacia la puerta.
—Expresan amor frente a las que no tienen —murmuro—Muy buenas —cierro la puerta
—Heidi, ¿como estas, niña? —camino hacia la mesada, mirando a Diana
—Muy bien. ¿Y el rubio? —sonrío
—Debe seguir durmiendo —asiento
—Lo despertare entonces —asiente—, es el día de su cumpleaños —aplaudo levemente, sonríe
—Haz eso. Justo estaba por hacerle los panqueques.
La observo abrir la nevera, al mismo tiempo que escucho pasos acercarse.
Reconozco rápidamente los pasos pesados, miro hacia varios lados, para luego agacharme. Me escondo detrás de la mesada, aprieto mis labios.
—Diana —escucho su voz—. Tengo una junta, pero volveré en la tarde.
—De acuerdo, señor. Le avisaré al niño William.
—Bien. Hasta luego.
Escucho sus pasos alejarse. Me levanto lentamente, miro hacia la puerta, suspiro.
—Heidi —la miro—, ¿qué haces? —frunce el ceño
—Yo... —miro el suelo—. Estaba haciendo sentadillas —me vuelvo a agachar, para luego levantarme—. Se me trabaron las piernas.
Asiente, aún con el ceño fruncido.
—Iré a despertar al rubio —me alejo, para luego caminar hacia el umbral
Salgo de la cocina, camino hacia las escaleras. Abro mis ojos de par en par, al verlo en la entrada. Me vuelvo a girar, volviendo a la cocina.
—Adelaida.
Cierro mis ojos, mientras me detengo. Me giro lentamente hacia el, sonrío y lo miro.
—Don Everest, ¿cómo esta? —coloco mis manos en mis caderas
—Muy bien —trago saliva, cuando se acerca—. Escuche, no estaré unas horas en la fiesta. Pero volveré —asiento—. Dile a William que era algo urgente.
—Si, si claro. Yo le digo —uno mis manos, asiente
—Bien. La veo luego —vuelvo a asentir
Se aleja, volviendo a caminar hacia la puerta. Bufo, mientras sale.
Ya volví a respirar.
Bien, los dos no hablaremos de eso.
¿Hablar de qué?
Muy bien.
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La Niñera del Embajador
RomanceHace tres años, Bastian Wang perdió lo más preciado que tenia. Haciendo que su alma quede totalmente dañada, y rota. Tiempo después, solo se mantenia en pie por su legado, y su hijo. Pero, pareció no ser suficiente. En uno de sus momentos de quebran...