Capítulo cincuenta.

17.7K 1.3K 453
                                    

¡Leer nota final!
gracias por los 350k<3

Mi boca se secó rápidamente y por unos segundos tuve la sensación de una falta inmensa de aire, mi mandíbula tembló, y estaba segura que si no estuviera sujeta a aquella estantería de recuerdos fotográficos me habría desplomado en el suelo.

Cameron se encontraba delante de mi, luego de un poco menos de una semana sin verlo que, para mi, se habían transformado en años.

—Felicitaciones— dijo, con la voz ronca.

No respondí, mi mirada estaba fija en la suya, estaba dolida, tremendamente herida por culpa suya.

Vestía con traje, pero no traía saco. Únicamente estaba acompañado por una camisa negra y una corbata del mismo color.

Sí, el diablo.

—¿Cómo estás?—me preguntó, como si fuese la cosa más normal del mundo, cerré los ojos por unos segundos, remojando mis labios.

Sus labios carnosos estaban dirigidos hacia mi, y sus ojos grises me miraban con una intensidad única.

Sentía la boca seca, y un fuerte mareo hizo que me tambaleara un poco. Cameron se acercó rápidamente.

Me tomó rápidamente de la cintura, sujetándome en sus brazos con fuerza.

Anhelé su boca, sus manos en mi cuerpo me hicieron recordar aquello por lo que hace cinco minutos atrás había llorado, él. Su cuerpo, sus secretos que habían destruido todo lo que pensé que habíamos tenido, el dolor al saber que me había perdido para siempre.

Lo miré a los ojos, mi corazón latía como un frenético y no había forma de calmarlo. Cameron suspiró.

—¿Estás bien?—murmuró.

Su aliento chocó contra mi rostro y mi piel se erizó por completo, sus manos cerca a mi cintura para evitar mi caída me hicieron marearme aun más.

Tomé una bocanada de aire, no podía dejarme dominar por la impresión ni mi malestar.

—Suéltame—exigí, él no discutió y sus brazos abandonaron mi cuerpo.

Extrañé su calor.

—¿Te encuentras bien?—volvió a repetir, con un tono preocupado. Aún así, se veía el palpable enojo en su rostro.

—¿Que haces aquí?—le dije, evitando su pregunta. No me sentía para nada bien, me dolía muchísimo la cabeza y no había comido correctamente bien en los últimos días.

Y era a causa suya, pero el no debía de saberlo.

Cameron carraspeó y me observó.

—¿Crees que no vendría a tu graduación?

Suspiré, sintiendo cómo mi corazón latía rápidamente.

—No finjas que te importo, tú sabes que no es así.

Cameron negó fuerte con la cabeza en señal de reproche.

—Leah, te dije que te amaba, ¿Realmente no me crees?—susurró, acercándose a paso lento.

Me alejé enseguida.

—No creo ninguna palabra que salga de tu boca.

—Todo lo que hice, lo hice por ti.

—¿Estás jodiéndome?—le dije, alzando un poco la voz—, ¿Me alejaste de mi familia y mis amigos por ayudarme? Estás loco, Cameron—le dije, con la intención de irme.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora