XXXVIII

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Abro mis ojos lentamente y llevo una mano a mi cabeza con dolor. Auch.

Lo primero que veo es un desconocido techo de madera de roble. ¿Qué?

Me siento en la cama y miro mi alrededor. Definitivamente está no es la casa de los Schwarz, no es blanca. Ni tampoco es mi casa o alguna casa que he conocido. Mi vista viaja a mis manos ya habían vuelto a tomar su color pálido normal y más allá, en la mesa de luz hay una tarjeta negra.

Siempre el mismo patrón: papel negro, letras cursivas y doradas. Al tomarla con dificultad leo su contenido con el ceño fruncido. Estoy de mal humor.

«Arzaylea.

Nos hemos tomado el atrevimiento de trasladarte a otro lugar mientras dormías

Estás en una cabaña, escondida en la profundidad del bosque de las montañas que rodean Deeplake.

Por más que quieras huir no podrás: el bosque es muy grande y está nevando. Por lo cual evita hacer algo estúpido.

Esto es temporal, lo prometo.

Pero mientras resuelvo algunos casos urgentes necesito mantenerte aislada.

En cuanto todo esto termine te aseguro que tendrás tu libertad y a nosotros a tu disposición para buscar y encontrar a Max y Tyler.

Hay ropa y agua caliente, siéntete cómoda.

Derek Schwarz»



T

iro mi cabeza hacia atrás mirando la carta. Odio a los Schwarz.

Me pongo de pie y cojo la ropa que me han dejado y luego entro a la puerta que había también en la habitación. Era el baño. Camino hacia el espejo y miro mi figura, para mí sorpresa tenía la piel perfecta y ni una pizca de ojeras o líneas de expresión. Ventajas sobrenaturales.

Camino hacia la ducha y la prendo, para luego ver desnudarme.

Paso más tiempo de lo que normalmente paso en la ducha, dejo el agua caliente caer sobre mi cabeza y vagar por mi piel haciendo que me relaje notoriamente. Luego de una media hora, decido salir de la ducha y caminar en toalla hacia mi ropa donde frente al espejo comienzo a vestirme.

Pasan los minutos y to ya estoy lista, cepillo mis dientes al menos han dejado un cepillo en un empaque para mi, peino mi cabello con mis dedos y salgo de la habitación acomodándome mejor mis zapatos. No sé quién ha elegido mi ropa pero ha acertado con mi talla y gusto, para mi sorpresa.

Al salir puedo ver que parecía ser una cabaña bastante amplia ya que no tiene segundo piso. Era muy bonita, cálida y elegante. Al llegar a la sala me encuentro con que no había nadie, caminé a la otra habitación y al entrar la distinguí como la cocina. Kool estaba sentado en la isla, comiendo cereales mientras miraba algo en su teléfono. Seguramente al dormir por un mes me lo ha quitado y recuperado.

—Buenos días.

—¿Qué me pasó?

—Si, también estoy bien. Gracias por preguntar.

Rodee mis ojos y me senté en la isla frente a él. Era ridículamente amplia y obviamente de mármol blanco. Tan característico lo blanco de ellos.

—Te desmayaste.—Me apuntó con el dedo, poniéndose de pie. —Demasiada magia fue suficiente para que te desmayes, además hemos visto que has absorbido lo que le quitaste a Kilian. Eso fue un conjunto de cosas que hizo que te pongas muy débil. Por suerte… —Continuó —, Kilian está en perfectas condiciones. Eso es un punto a favor.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora