XXXXXIV

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El haber casi perdido a Muller me había hecho replantear muchas cosas.

No solo mi vida se había vuelto alocada desde que perdí a Tyler, mi vida comenzó a tener sentido cuando conocí a los Schwarz. Todo mi ser me decía que debía ir con ellos, que debía conocerlos, sacar a la luz cada misterio. Pero mi ser estaba completamente confundido tras ver que yo encajaba perfectamente con ellos.

Me gustaría decir que mi vida empezó cuando los conocí, pero en realidad, ellos acabaron conmigo. Asesinaron mi lado humano, sacaron a la luz mi lado salvaje y ahora, me convertí en alguien completamente distinto. Ellos me volvieron a dar vida, en el mismo cuerpo pero con distinta alma.

Tyler y yo estamos unidos, nuestra magia se une al igual que nos unimos y nos completamos completamente. Hemos derribado a cada participante de un aquelarre, Max no ha aparecido aquella noche pero, mientras que los blancos, altos y protectores muros de los Schwarz parecían estar completamente destruidos, los habitantes dentro de aquella casa siempre estaban preparado a todo.

Los Schwarz y yo somos uno. Ellos siempre me protegerán y yo siempre los protegeré.

Max esta escondido allí fuera, al igual que los faltantes de aquel aquelarre. Y sé perfectamente que el mensaje les ha llegado claro. No vuelvan a tocarnos las pelotas. No vuelvan a molestarnos. Porque no había nada imposible para los Schwarz y no hay ninguna estrategia no pensada para Arzaylea Brown.

Max puede venir a por Tyler cuando quiera. Que vuelva en cinco minutos, diez años, catorce décadas, cuando él quiera. Después de todo, yo siempre estaré lista para derrotarlo.

—¿Segura estarás bien? —Pregunta Derek, acercando su cabeza por la ventanilla abierta.

Como ya habíamos planeado, nos iremos. Realmente no sé dónde, quizá a otro pueblo o quizá a una gran ciudad. Tenía suficiente dinero para simplemente conducir y en el camino debatir que haremos. Aunque no me preocupaba, tenía una capacidad de pensar rápido al tomar decisiones.

—Más que segura. —Contesto. Me inclino para salir del auto. —Ponte en contacto conmigo si necesitan ayuda.

—¿Cómo? ¿La señorita se dignará a comprarse un teléfono? —Se burla.
Me río mostrando toda mi dentadura y niego.

—Solo has algo… dramático. Que salga en los periódicos y yo vendré .

—Vale. Si necesitamos ayuda matamos a un humano y lo colgamos en Deeplake, procura leer el periódico porque sino no sabré que otra catástrofe hacer.

—Utiliza esa inteligencia alemana, Dereksito. —Le guiño el ojo divertida. —Lamento irme y no ayudar a limpiar el caos de la casa, pero prefiero irme antes que aparezca otro aquelarre detrás de mi.

—Sabes que puedes quedarte, ¿No? —Me mira fijamente. —No me importaría que explotara la casa de nuevo.

—Lo sé. Pero me niego a quedarme aquí a esperar a Max. Sé que no se rendirá y prefiero irme antes que piense en otra estrategia.

Acaricia mi cabello y sonríe.

—Ha sido un honor conocerte, Brown.

Golpeó su hombro juguetonamente.

—¡No te atrevas a despedirte!—Lo regaño. —Tenemos toda una inmortalidad para vernos.

Él se ríe entre dientes aceptando con la cabeza. Me giro al ver a los demás Schwarz. Me acerco lentamente a Kool.

—Te extrañare, idiota.

Le sonrío burlona.

—También te extrañaré, capullo.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora