XXXXVII

1.1K 112 44
                                    

—¿Chicos? ¿Chicos están dentro? —Intentaron abrir la puerta y agradecí internamente que Muller haya puesto el seguro. Creo reconocer la voz de Becker. Miré a Muller con los ojos como platos.

—¡Un momento! —Exclamo. Me acomodo mi ropa y mi cabello mientras giro e intento acomodar mi cabello pero el espejo estaba completamente roto. Hice una mueca. La puerta vuelve a golpearse. —¡Un momento, Becker!

—¿Muller está ahí? —Pregunta enfurecido, queriendo entrar a golpes. Pobre puerta.

Miré a Muller con duda, él se encogió de hombros como si le diera completamente igual que debo responder.

—No. N-no está aquí. —Contestó. —Estoy un poco mal del estomago puedes… ¿Puedes ir a comprarme toallas femeninas?

—¿Toallas femeninas? —Pregunta, dejando de golpear la puerta. Cerré mis ojos avergonzada mientras Muller ríe sin hacer ruido.

—Por favor, estoy indispuesta.

—Ah… eh…, Si. Joder, si. —Suena sorprendido. —Eh… ¿y como se compra? ¿Viene por unidad?

—Es un paquete. —Mierda, que se vaya ya.

—Okey ¿Cuántos paquetes necesitas?

—Uno, Becker.

—¿Seguro?

—Becker, ve a buscar un jodido paquete.

—Okey, okey, ¿Qué talla eres?

—¡Becker ve a buscar las malditas toallas! —Grité sin paciencia.

—Ya, ya. Espérame, ya vuelvo.

Acto seguido, escuchamos como Becker camina yéndose. Solté un suspiro aliviada mientras sigo acomodando mi blusa y luego, mi maquillaje. Aunque no tenga espejo donde verme.

Muller me veía apoyado contra la pared con una mirada divertida, lo fulminé con la mirada. Saco el seguro y luego asomo mi cabeza, no había nadie, le hago una seña y ambos salimos.

Caminamos agazapados para que nadie nos vea, y una vez ya libres nos miramos divertido caminando hacia los autos. Kilian estaba con una herramienta haciendo algo con su moto, de rodillas mientras arregla yo que sé.

Él alza su cabeza, y me mira. Mira a Muller, me mira a mi, y luego a Muller. Sonríe ampliamente

—Resérvate comentarios. —Advierto.

Muller ríe y camina hacia su auto. Lo llamó.

—Hey, Muelle. —Él se gira y me mira. —Voy contigo.

Él acepta con la cabeza y sigue caminando. Mientras que yo me detengo frente a la moto de Kilian.

—¿Qué le sucedió? —Pateó ligeramente la rueda de la moto, él mira esa patada con horror y luego me advierte con la mirada que tenga cuidado con lo que hago. Alce mis manos en rendición.

—Estoy arreglando el alternador.

—¿Necesitas un mecánico?

—Soy celoso. Esta bebé —Apunta su moto —, solo puede tenerme a mi de mecánico.

—¿Sabes algo de motos?

—Lo sé todo, Arzayleita.—Me guiña el ojo. —¿Y qué tal tu triangulo amoroso? ¿Te follas a Muller y luego a Becker o viceversa? Pobre Kool, apenas va ganando que lo mires por dos segundos en todo el día.

—Cállate, Kilian. ¿Cómo sabes lo de Becker?

—Lo sospechaba pero ahora lo confirmaste. —Guarda la herramienta en su bolsillo, limpia sus manos en un trapo lleno de grasa. —Cinco dólares a que te quedas con Becker.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora