XXXIX

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Me gustaría decir que he estado intentando salir de la maldita cabaña pero aunque Kool se ha ido respetando mi espacio, solo estoy encerrada aquí sin saber dónde ir.

Revise cada habitación, cada puerta, cada estantería, cada escondite y aun así no encontré nada que me ayude a ubicarme. Gracias hermanos Schwarz por esconderme en medio de la nada misma.

La idea de caminar en línea recta había sido bastante analizada, pero preferiblemente no quiero introducirme aún más en el bosque. Cualquier camino podría ser considerado tanto el indicado como el peor. La nieve no dejaba de acumularse en mi alrededor.

Me dejo caer en la pared y me resbaló haciendo que caiga al suelo sentada.

Malditos y asquerosos Schwarz

Miré la ventana y casi me dieron ganas de morir al ver que seguía y seguía nevando.

Maldita, maldita, maldita sea.

Apoyó mi cabeza hacia atrás y pienso.

¿Por qué en ve de estudiar para ser maestra de kinder, no estudie ser vigilante del bosque de las montañas? Eso al menos haría que conozca un poco.

¿Qué rayos hago pensando en esto?

¿Qué rayos hago pensando en esto?

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—Nada de esto tiene lógica. —Me cruce de brazos, como niña ofendida mientras Max reía y seguía picando las zanahorias. Preparando la comida. —¡Eres cruel!

—¿Yo cruel? —Lleva dramáticamente una mano a su pecho

Lo fulmino con la mirada mientras me cruzo de brazos, realmente estoy ofendida.

—Venga, cariño —Deja el cuchillo y las zanahorias aun lado y se gira a verme con una sonrisa torpe y sincera en sus labios—Tienes que pensar, analiza la situación, elabora teorías, no te cierres a ninguna hipótesis y…, —Suelta un suspiro señalando su eje—, solo analiza.

—¿No es más fácil que me digas donde escondiste mi teléfono? —Alce mi ceja

—No.

—Después de todo ¿para qué quieres que haga todo esto? —Rodee mis ojos impaciente. —Preferiría estar tirada en el sofá mirando como cocinas, con una copa de vino y música relajante.

—Primero: No tomaras vino si aún no te llega el periodo. Sé que crees que es un retraso normal pero hay que ser precavidos. Segundo: lo hago por tu bien. Y tercero: encuentra tu celular y prometo que tendrás una copa de jugo de manzana, música relajante y yo te cocino mientras. Hasta podría llenarte la tina y prender esas velas aromáticas que tanto te encantan.

Se acerca a mi y rodea mi cintura con una mano atrayéndome a su cuerpo. Apoyo mi cabeza sobre su pecho y cierro mis ojos sintiendo los latidos de su corazón, tan tranquilos y tan relajantes. Él acaricia mi espalda con leves y suaves caricias.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora