XXXXXVI

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—Estas loca. —Niega con la cabeza Tyler mientras se cruza de brazos sobre el pecho. Parado, indignado, alado del umbral de la puerta del baño.

Lo ignoró completamente mientras sigo poniéndome la crema. Es un amargado.

—¿No es genial? —Preguntó orgullosa. Mi primer tatuaje y era una genialidad

—¡Es un asco! —Chilla.

—Tú eres un asco. —Contraataco frunciendo mis cejas.

—Que madura. —Pone ambas manos en su cintura.

—Hey te recuerdo que soy el adulto responsable en esta casa. —Lo apunto con mi dedo, girándome. —Además, míralo, es genial. Si hago un fuckyou se lucirá perfectamente.

Me había tatuado una pequeña serpiente en mi dedo corazón, es minimalista y perfecto. Incluso ardiente.

Cierro la tapa de la crema y camino hacia la cama, sin embargo me detengo en seco cuando siento un mareo invadirme. Llevo una mano a mi cabeza, todo me daba vueltas.

Frunzo el ceño notoriamente mirando hacia la ventana, estoy tan… mareada. Todo me da vueltas.

—¿Se siente bien? —Escucho preguntar a Tyler.

Corro hacia el baño y me dejo caer en el váter mientras curvo mi cuerpo y vómito. Mi garganta arde a mil infiernos. Y en cuanto termino de vomitar, abro mis ojos y veo que he vomitado toda la comida del día.

Con mi mano pulso el botón y todo se va, me pongo de pie y camino hacia el lavado para coger mi cepillo de dientes.

—¿Hace cuanto no se alimenta? —Tyler deduce mirándome con horror. —Usted no puede comer comida humana, y lo sabe. Le hace mal.

—Aquí no hay bosque para cazar ardillitas.

—Sí, lo hay. —Se cruza de brazos.

—Si pero no me puedo dar el lujo de ir a cazar. No conozco el lugar como para dejarte solo y no te llevaré de caza conmigo. Mi cuerpo tendrá que adaptarse a pasar un poco de hambre. —Escupo la pasta dental. Y enjuago mi boca. Luego, me seco con una toalla y suspiro. —Estoy bien. ¿Quieres que te prepare algo de cenar?

—No. Quiero se alimente.

—Ni si quiera sé para que te pregunto, comerás de todas formas.

Él pone los ojos en blanco, fastidiado y yo me río entre dientes.

Al llegar a la cocina abro el refrigerador y saco lo necesario para preparar sándwich, Tyler no me sigue pero sé que fue a su dormitorio. Al pasar por la isla, cojo el periódico y me pongo a leerlo

Nada interesante.

Vuelvo a dejarlo sobre la mesa y prosigo a prepararle la cena. Al terminar pongo sus sándwich en un plato y subo las escaleras, paso por su dormitorio y lo veo jugando con cartas sobre la cama, concentrado.

Dejo el plato sobre la mesa, beso su cabello y me giro para volver hacia la cocina.

Al volver, me dejó caer en la isla y miró mi sándwich. Sé perfectamente que estoy débil, sin Deeplake y sin comida soy más débil que nunca.

Debía de alimentarme rápido antes que me dañe.

(…)

Siento unas manos acariciar mi cuerpo mientras que otras comienzan a acariciar mis muslos. Me muevo en mi lugar incomoda pero eso no detiene aquello, cierro mis ojos e intento golpearlos pero eran muchos y yo no podía hacer mucho.

—¡No me toques! —Gritó. Siento como sus manos llegan a mi zona acariciándola.—¡No!

Abro mis ojos y siento mi corazón latir a mil por hora, vuelvo a cerrarlos mientras me pongo de pie y me giro sobre la almohada a mirar el despertador, las seis.

Inhalo profundamente y me pongo de pie para comenzar el día.

Luego de una mañana, donde Tyler nuevamente prepara el desayuno mientras yo me alisto, salimos al pasillo y nos cruzamos con Joshua donde nos lleva al aquelarre. Sin embargo, al llegar, no entro al edificio.

Tyler corre alegremente hacia la entrada y se pierde entre todos los estudiantes y Joshua me da una curiosa mirada.

—Yo… estaré ocupada por dos horas. —Digo, tímidamente. —Tyson es muy importante para mí, no sabría que hacer si a él le sucede algo en mi ausencia.

La confusión y curiosidad en el rostro de Joshua se esfuma para mirarme con ternura. Él niega con la cabeza restándole importancia.

—Descuida, cuidare a tu pequeño.

—En serio. —Puntualizo. —Necesito que lo cuides. Es el mayor acto de confianza que tendrás en toda tu vida.

—Relájate, Mackenzie. No saldremos del edificio.

Acepto con la cabeza.

—Gracias, Joshua.

—De nada, Mackenzie.

Vuelvo a meterme al auto y comienzo a conducir hacia una entrada al bosque donde anteriormente había buscado en Internet, al llegar, me bajó y guardo las llaves en mi bolsillo.

Camino hacia el maletero. Antes de abrirlo me aseguro que nadie esté cerca y al ver las calles despejadas abro el maletero. Donde estaba el bolso.

Lo abro de un tirón y comienzo a preparar mi arco y flecha, sin embargo, me detengo al ver un papel doblado allí. Frunzo el ceño confundida y lo abro.

Papel negro, letras doradas.

Mi corazón se encoge al saber perfectamente quiénes pudieron escribirlo.

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Limpio mis lágrimas traicioneras y doblo la carta guardándola

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Limpio mis lágrimas traicioneras y doblo la carta guardándola. Sonrío emocionada mientras saco el arco y flecha y cierro el baúl del auto.

También estoy enamorada de ti, Muller.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora