XXXXIV

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—¿Kerstin? —Golpeó la puerta de su habitación, resguardando mi ansiedad.

—Pase.

Abro la puerta poco a poco, con lentitud. Soy consiente que tengo una pinta menos parecida a la “Arzaylea Brown del pasado”. La chaqueta de cuero no es igual a mis habituales cárdigan, el labial sabor fresa cubre y pinta aún más mis labios de lo que normalmente no estaban pintados, mi vestimenta de antes era más sencilla al igual que mi cabello, pero ahora, teniendo en cuenta todo esto, es inevitable no tener siempre el cabello recogido y ropa adecuada, lo único que quiero hacer es estar con vestimenta cómoda preparada para lo que sea.

Al entrar, Kerstin estaba sobre su cama, con un vestido floreado y dibujando algo con una larga paleta de crayones frente a ella. Me mira y su rostro de aburrimiento cambia drásticamente a alegría.

—¡Arzaylea! —Exclama feliz. Me acerco a ella y me siento sobre su cama. —¡No te esperaba!

—Lamento no haberte venido a ver antes, “mi nuevo yo” ha tenido bastante protagonismo con mi tiempo.

—Descuida, Derek me ha explicado tu situación. —Contesta. Coge una pañuelo y se limpia sus dedos.

—¿Sí? Es un buen hermano para hacer eso.

—Si. Bueno, es nuestro líder. —Se encoge de hombros.

—¿Cómo te ha ido en el kinder?

—Danna es la peor. —Dice soltando un profundo suspiro. —¡La peor! Además, canta canciones asquerosas. Tiene una voz muy fea. No tengo a nadie que me cuente historias y un niño me ha dado un beso ¿Sabes lo que significa? He dado mi primer beso y con un mocoso llorón. Eso es más que triste ¿Sabes?

—¡Tu primer beso! —Exclame

—Si, pero shhh. No quiero que mis hermanos tengan un cargo de homicidio nuevamente por un mocoso. Me sentiría mal y experimentaría una emoción más que no sea la eterna depresión y se sumaria la culpa. Paso.

—Eres muy chica para hablar de la depresión.

—Si, a veces tengo que recordarme que tengo tres años. Más cuando tengo a Nora. Es una psicóloga barata de la ciudad que está detrás de mi, incluso me ha dado una charla del bien o el mal. Por favor, que caos. Como si yo no supiera lo que está bien o mal, tengo la familia más extraña del mundo.

—Descuida, en cuanto me vaya iré con el sheriff Berwin y te quitaran a esa tal Nora.

—Menos mal. Aunque no le digas a la pelirroja pero su padre me pone de los nervios. Me habla como si fuese una cría.

—Lo eres.

Ella rodea los ojos —¡Si lo se! Pero mi maduración es de una chica de quince años, y cada vez que los escucho tengo ganas de golpear sus cabezas. Lástima que mi fuerza es solo de una cría, sino sería genial golpear un poco en el rostro a las personas.—Niega con la cabeza. —Bueno. ¿Qué haces aquí? ¿Mis hermanos ya te secuestraron de nuevo?

—La tranquilidad por lo que lo dices asusta. Y no, no soy una presa aún. He hecho un trato con tus hermanos, me ayudarán a buscar a mi hijo.

Ella inclina la cabeza hacia un costado y me mira con el ceño fruncido, analizándome. Luego, sonríe de lado y acepta con la cabeza.

—El primer día que te vi y fuiste mi maestra, vi oscuridad en tus ojos. —Confesó —Me diste mala espina, pero luego cuando te tuve más de cerca, vi tus recuerdos, vi lo que te sucedió. Lo supe antes que todos mis hermanos, incluso antes de Muller que lea tu mente.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora