XIV✅

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Mis recuerdos con mi familia siempre fueron algo cálidos, entre que mi madre solía cocinar ricos pasteles, mi padre [padrastro en realidad] solía sentarse a ver un partido de hockey en la televisión, mi hermano Chad intentaba conseguir alguna novi...

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Mis recuerdos con mi familia siempre fueron algo cálidos, entre que mi madre solía cocinar ricos pasteles, mi padre [padrastro en realidad] solía sentarse a ver un partido de hockey en la televisión, mi hermano Chad intentaba conseguir alguna novia que lo soportara -No tenía mucho éxito -, y mi hermana me hacía la vida imposible con su perfeccionamiento y su marido e hijos de ensueño

Recuerdos que no están bien, pero, tampoco están mal.

Mi madre no paraba de llorar por cada rincón de la casa, de hecho siempre creí que cuando volverían montaríamos una cena a lo grande y nos la pasaríamos genial en familia, sin embargo los estúpidos Schwarz siempre tenían que arruinar todo.

Chad no pareció dolerle mucho la situación, él siempre ha sido un "niño de mamá" y estaba segura que sí lloraba iba a ser por ver a nuestra madre llorar tanto y no por perder a nuestro padre. No es que se hayan llevado mal sin embargo cada uno tenía su forma de darle importancia.

Mi hermana, Sam, le dio mucho significado a todo, a pesar de escucharla haber dicho muchas cosas sobre su hijo y su marido no ha gastado tanto su tiempo en presumir su familia y se ha quedado en silencio consolando a la única que importaba: mi madre.

Por un momento agradecí internamente que no haya traído a su perfecta familia a Deeplake, no quiero imaginarme posibles nuevas víctimas para esa familia tan caótica.

Había tomado una licencia, no iría al trabajo durante los últimos tres días y eso no sé si era conveniente después de todo. Estar aquí con todos ellos me ponían un poco de los nervios.

Aunque agradecía que no hayan salido y nadie se haya enterado de que han vuelto a Deeplake. Lo último que quiero es a los hermanos caos interesados en conocer a mis hermanos

—¿Y como ha estado Catryn? —Preguntó Chad mientras se inclina sobre sus codos mirándome con curiosidad, le di una mirada de advertencia mientras que seguía cocinando.

—Sigue igual que siempre. —Contesté.

—¿“igual que siempre”?

— Igual de desinteresada en ti como siempre, quiso decir. —Sam alzó una ceja en su dirección divertida.

Chad rodeo los ojos al cielo mientras fingía reírse.

—Pues ella no lo sabe porque es terca pero algún día me amará. —Se cruzo de brazos —¿Sigue yendo a la universidad? ¡Será una abogada perfecta!

—Si, viene los fines de semana junto a John.

Seguí mezclando la salsa y sonreí al olerla. Que buena pinta. Definitivamente había días donde mi buen humor no se como lograba que cocinara a la perfección, aunque también en mis días grises apenas soy capaz de ponerle mermelada a una tostada y suelen caerme al suelo.

—Mamá ya se durmió, y debemos ir a comprar algunas cosas. —Comenté —Estoy quedándome sin cereales.

—A decir verdad me sorprende que hayas cuidado bien de esta casa. —Sam miró su al rededor —Creí que la ibas a romper en cuestión de segundos.

—Si puedo cuidar de niños puedo cuidar de una casa, Sam.

—Ya, si. Hablando de niños ¿cuándo tendrás tu familia? Es que cuidar toda la vida niños ajenos es algo deprimente.

Sam siempre había tenido esa ideología de que sin familia podías morir depresiva, según ella necesitas un marido y necesitas hijos ya que "son eterna compañía" se contradice un poco tal que como su rol de hija ha abandonado a su primer familia para irse a la ciudad.

—Primero necesitas un chico. —Me apuntó con el dedo Chad—¿Qué pasó con Alec?

—¿Pueden... Simplemente irse a comprar? —Suspiré nerviosa, no había hablado de lo que sucedió con Alec ni siquiera con John y Catryn.

—Vale pero vamos todos.

—No dejaremos a mamá sola. —Apago la cocina y satisfecha coloco la salsa sobre los fideos.

—Vale, iremos nosotros. —Finaliza mi hermana, cogiendo las llaves de su auto y mi hermano la sigue detrás.

Finalmente escucho la puerta cerrarse y mis hombros –que ni siquiera me había dado cuenta que estaban tensos–, se aliviaron.

Al dejar la comida sobre la mesa, caminé a darle una ojeada a mi madre, al abrir su puerta la encuentro durmiendo plácidamente. Su pecho subía y bajaba con calma y sus párpados estaban ligeramente temblando y sus largas pestañas descansaban tranquilamente sobre sus pómulos. Me acerque a ella y le coloque una manta encima.

El timbre suena sobresaltado me, salgo y cierro la puerta de su dormitorio nuevamente. Camino hacia la puerta. ¿Qué se habrán olvidado? Al abrir no me encuentro con nadie, solo con una brisa ligera y fría contra mi rostro

Mire mis al rededores con el ceño fruncido ¿Qué? El auto de Sam ya no estaba, solo el de Chad y no parecía haber señales de ellos dos cerca.

Mi vista viaja hacia el suelo donde encontré una gran y larga caja. ¿Será la correspondencia? Tomo con dificultad la caja y lucho para que no se me caiga de mis manos, cierro la puerta a mis espaldas con el pie y llevo la caja hacia la mesa.

Al ubicarla allí puedo ver como mas detenimiento cada detalle de ésta

Envoltorio negro, lazo negro y una tarjeta del mismo color arriba que al abrirla tenía letras doradas y en cursiva.

Ese. Maldito. Patrón.

Mi cuerpo se tensa también al ver el lacre de los Schwarz y por la forma de la caja podría pensar en que había algo feo allí, no sé, ¿una bomba?

Niego con la cabeza. Demasiadas películas.

Al quitar el lazo y el envoltorio logró ver que no era una caja sino un estuche de... No... No...

—¡No! —Chille como ardilla, rápidamente quito las trabas del estuche y entonces éste se abre, dejando ver un impecable y hermoso arco y flechas.

Cojo rápidamente la carta entre mis manos y la leo

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora