XXXX

1.1K 114 2
                                    

Maraton 1-2

Emociones.

El primer impacto de Deeplake ante mi regreso fueron las emociones

Mientras me hacían un jodido interrogatorio y fingía estar en shock para ganar mas tiempo se me hacía insoportable tener a John y Catryn preocupados a mi lado, preguntándome por enésima vez si tengo hambre o sed. Mi madre ni siquiera habla solo se limita a llorar, una y otra y otra y otra vez. Mis hermanos habían llamado, no podían venir pero estoy segura que el teléfono de mi madre habrá sonado unas setenta veces. Aproximadamente.

Comenzaban a irritarme. Atravesaba un momento donde mis emociones estaban lejos de mi alma y lo único que quería hacer era gritar que son unos pesados todo el mundo.

Por suerte el fingir que estoy en shock me libró de los pesados de los policías, estuvieron una hora intentando hacerme una pregunta y no hable. Muller debería estar orgulloso de mi. Después de muchos intentos se cansaron y se fueron, asegurándose que luego vendrían. Pero en mi casa, no puedo evitar tener la presencia de mi madre, Catryn y John y realmente lucho por no asesinar a nadie.

—¿Tienes hambre? —Preguntó John por enésima vez. —Puedo cocinarte algo.

Le sonreí forzadamente

—No.

Ninguna mierda puede saciarme

—¿Crees que puedas decirnos que te pasó? —Mi madre preguntó, preocupada.

Soy un demonio que su humanidad va y viene y tiene hambre.

—No me siento lista.

—Deberíamos de decir algo, Arzaylea. Mi padre se encargará de que quien te haya hecho daño jamás pueda acercarse a ti.

Tu padre es un imbécil inútil que no es capaz de reunir pruebas para acusar a los Schwarz de al menos un crimen ¿y me cuidará a mí?

—Lo sé, Catryn. Pero necesito mi tiempo.

Ella acepta no muy convencida.

—¿Puedo irme a…mi habitación? —Me cruzo de brazos, fingiendo incomodidad.

—Cielo, estuviste un mes desaparecida. —Murmuró mi madre —Necesito saber que estés bien.

—Lo estoy. Estoy bien. Pero quiero estar sola. —Repetí. Rezando con que me dejaran en paz de una puñetera vez. —Por favor, ¿pueden entenderlo?

—Sé que quieres estar sola, pero… —Mi madre deja escapar un largo suspiro, sé que hace eso cuando no sabe como decir algo. Achine mis ojos en su dirección dispuesta a escuchar. —Ha salido tu desaparición en todos los periódicos… en todas las noticias… —Continuó.

—No entiendo. —Admití. —Eso hacen con todas las desapariciones.

Los tres intercambian una mirada preocupada.

—Max ha llamado.

Tardo unos largos minutos en contestar, fue como si de repente reaccionara por un largo momento. Por un instante mi cerebro dejó de funcionar, mis neuronas soltaron chispas y entraron en cortocircuito y yo, apenas supe que rostro poner.

No sentía alegría, ni asombro, ni enfado, absolutamente nada. Sólo sentía… bueno, no sentía nada pero hubo un extraño dolor y sensación en mi pecho.

—Max ha llamado. —Repito, lentamente.

—Si, al parecer la noticia ha llegado a por dónde vive y quiso saber si estabas bien. —John susurró, intentando que sus palabras sean las más suaves posibles.

Maldición Alemana [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora