« «¿Por qué no me atiendes?»»Mandé el mensaje con una mueca. frente a mi, John mordisquea sonoramente su tostada y le lanzó una mirada asesina, me sonríe culpable y comienza a masticar con tranquilidad.
« « mamá, me preocupas.
Llámame. xx»»—Mi madre me hará salir canas del estrés —Comenté tras mandar el último mensaje y dejar el celular en la mesa de la pequeña y acogedora cafetería del señor Juan Pablo.
John mira el celular en la mesa y luego me mira a mi, lleva otra tostada en la boca y comiendo muy desagradable y haciendo que cayera varias migajas de tostada de su boca me habla con la boca llena haciendo un desdén con la mano.
—¿Quieres llamarla desde mi móvil? Quizá atienden.
—¿Insinúas que esquiva solo mis llamadas? —Soné sorprendida.
Él se arrepintió al instante.
—No… No, Arzaylea. Solo que es extraño que no te contesten las llamadas luego de que tu padre se sometió a uno de sus tratamientos. —Al ver mi rostro preocupado añade;—, que va, soy un tonto. Seguro están de maravilla y olvidaron su móvil.
No contesté, me limite a tomar un trago de café y evitar hablar más del tema. Agradecía que John sea un asco disimulando pues él tenía las mismas conclusiones que yo pero disimulaba.
—¿Por qué has venido un día de semana? —Pregunté. Gracias a Dios John me siguió la corriente dejando la preocupación atrás.
—Mamá está discutiendo mucho con mi padre, decidí saltarme unas pares clases y venir a intentar ser un intermediario. Evitar que discutan a la gravedad de romper. —Se encoge de hombros. —Me atrasaré mucho pero Catryn me ayudara a volver a adaptarme cuando vuelva, me dará clases y sus apuntes.
—¿Tienen en cuenta que ustedes dos son una pareja hermosa?
Sus mejillas se incendian y casi se atraganta con su tostada. Retoma su postura e intenta disimular el efecto de mis palabras contra él.
—Que va, somos amigos desde nacimiento.
—¿Solo amigos? —Insistí, él acepto firmemente con la cabeza —¿Y es lo que tú también quieres de ella? Solo… Amistad.
—No canalices tu frustración amorosa y delirios shippeantes contra mi. —Alza sus manos, evadiendo totalmente mi pregunta. Lleva otra tostada a su boca y no tarda en hablar nuevamente —¿Cómo te va con los… Críos?
—Niños. —Le corrijo. Él acepta con la cabeza —Bastante bien, es casi una rutina.
—¿Harán algo por el festival? —Pregunta —Se conmemora el aniversario de Deeplake
—Parece ser que harán lo mismo de siempre, una celebración como carnavales en el lago.
Asiente no muy convencido.
—Que aburrido.
—Si, pero sabes que aquí todo es así de… Tranquilo.
—Creí que con la llegada de los Schwarz haría que Deeplake sea más interesante.
—Ni con la llegada del presidente o de un sicario haría de este pueblo interesante.
Él suelta una ruidosa carcajada.
—Tienes razón. Deberías venir con nosotros a la ciudad, montar una carrera nueva o ser maestra de kinder en la ciudad, podrías quedarte en mi departamento mientras o yo que sé.
—Sabes que no puedo dejar mi trabajo aquí, los niños son como mis hijos y mucho menos puedo dejar Deeplake.
—Tienes que dejar ir este pueblo. —Rodea los ojos —Él no va a regresar a por ti.
—¿puedes dejar de nombrarlo? No es como si pensara en él. —Moví mis manos exasperada. Él me regala una mirada divertida sonriéndome.
—Pero sabes que… —Se interrumpe a si mismo para hablar.
Y no tardo en notar el porqué.
Becker Schwarz abre paso entre las mesas de la cafetería abiertamente confiado irradiando seguridad y autoridad. Por momentos solo desee con todas mis fuerzas que tan solo este yendo a comprar algo a la barra pero mis esperanzas son rotas en cuanto deja de caminar al llegar a nuestra mesa.
Mierda
—Becker. —Saludo en un asentimiento con la cabeza. Él con una sonrisa ligeramente encantada por la situación no tarda en sólo poner los ojos en John y me hundo aún más en el asiento.
—Mira mira, los adorables niñatos asustadizos en una cita.
¿Cita?
Becker sin darme a reaccionar me empuja contra el otro lado del sofá y me reincorporo arrastrándome sobre éste, Becker se sienta en donde estaba compartiendo asientos.
—No interrumpo, ¿No? —Dice lo último dándole una mirada de advertencia a John.
—Si. De hecho si. —Contesto yo, captando su mirada. —¿Qué haces Becker?
—Me he enterado gracias a Edwin que eres la nueva amiga de la familia y no pude evitar venir a saludarte. —Dice sin más.
—¿Estas… Solo? —Pregunto arrastrando la última palabra.
Él niega y ladea su cabeza, mostrándome que Eckert estaba sentada en una de las mesas mirando el menú, a su izquierda estaba Muller. Que no teme ni se avergüenza, ni se digna a disimular su mirada clavada fijamente en mi. Me muevo incomoda.
—No puedo salir solo. —Contesta sin más. Mira a John:—Pero bueno, creí que eras virgen o gay y mírate, en una cita con mi amiga.
Quise no darle tanta importancia a sus palabras, pero la forma en la que pronunció las dos últimas hizo que se me remueva el estómago. Usó un tono tan distinto al pronunciarlo, al principio seguro pero después divertido.
—Es mi mejor amiga. —Dijo John dejando de comer. Odiaba que se dejara intimidar tan rápido
—Ajá —Responde con completo desinterés como si no se lo creyera—¿Y bien? —Me miró —¿Te llevó a tu casa?
—No me iré aún, acabo de llegar.
Miró mi tasa de café llena y las medialunas sin tocar
—Te comprare algo en el camino, anda, vamos.
—Becker… —Advertí, tensando mi mandíbula —Estoy con mi amigo charlando, no nos interrumpas.
Frunce sus cejas.
—¿Interrumpo? —Miró a John —Anda, dile que no interrumpo nada.
—Déjalo Becker. —Masculle.
—Que va, si son unos aburridos. —Movió las manos con aburrimiento mientras se deja tirar en el sillón a mi lado. —¿Y bien? ¿No me invitaran a que tome algo con ustedes o qué?
Pase una mano por mi cabello cansada y me pregunté si puedo ser capaz de golpearlo. Esa manera de interrumpir justo cuando estoy teniendo una conversación con mi amigo, usar ese tono tan juguetón y encima intimidar y usar el miedo de John a su voluntad es capaz de sacarme la paciencia en un segundo.
John sin más, estira su plato y café aún lado y me sonríe en disculpas
—¿Te llevo a casa? —Preguntó —Es que después de todo tengo que volver a casa antes que mi madre, asegurarme que mi padre no hará nada idiota o que haya roto algo. —Aunque su tono es divertido y juguetón no puedo evitar sentir nerviosismo.
—Si, llévame. —Me intento poner de pie, sin embargo un brazo de Becker rodea mi cintura tirando de ella causando que vuelva a sentarme.
—No has terminado de merendar, Arzaylea. —Pronuncia en justificación. Miró a John —Ve, me encargaré que coma todo y luego la llevaré
John duda y me mira.
—No quiero… —Murmure.
Intento volver a ponerme de pie sin embargo él mueve a tirar de mi, esta vez en cuanto me siento puedo sentir un gran dolor en donde me tomó. Sin darse cuenta –creo–, me ha agarrado tan fuerte que mis músculos duelen bajo su agarre.
Dolía. Mucho.
Me duele su agarre y se lo hago saber en una mirada, él alza una ceja como si me estuviera advirtiendo.
—Ve John. —Vuelvo mi vista a él —. Terminaré de comer.
—Vale, llámame. Tendré el móvil cerca
Él hace un desdén para luego, ponerse de pie e irse. Miré como su figura se marchaba antes de mirar con resentimiento a Becker quien deja de sujetarme con fuerza. Y se pone de pie para entonces sentarse donde estaba John. Frente a mí.
—¿Qué ha sido eso? —Baje mi tono, mirándolo fijamente. —Me has herido.
—Lamento no adaptarme a tu sensibilidad humana. —No lo dice en serio, ni siquiera se molestó en esconder su indiferencia en su tono de voz. —Simplemente no quería verte sola con ese debilucho.
—No hables así de él. —Advierto.
Rodea los ojos
—¿Qué haces aquí? —Señala su eje, fruncí mis cejas.
—Tomo un café.
—Es aburrido «tomar un café» —Repite mis palabras con un tono irónico y sarcástico —Menuda mierda de lugar.
—Es el único en Deeplake para tomar un café.
Se encoge de hombros
—Menuda mierda de Deeplake. —Contesta entonces.
—Becker, ¿Por qué has aparecido? ¿Por qué no dejaste que me vaya?
—Mi madre insistió en sacar a Muller de la casa, el pobre se la pasa encerrado practicando con su arco y flecha y algo de normalidad no le viene mal, los he acompañado y bonita sorpresa de verte aquí con tu cita.
—No era mi cita.
—Como digas. —Rodea sus ojos cansado, le doy un trago a mi café sin dejar de mirarlo —El punto es que ese chico no me gusta para ti.
—Es mi mejor amigo. —Volví a aclarar.
Él no me vuelve a responder, sé que no me cree.
—¿Y por qué no has dejado que vuelva a casa?
—era algo muy romántico. —Frunce su nariz en desapruebo —No me gustó por lo cual te llevare yo. Al menos conmigo si puedes decir que soy tu amigo y jamás sucederá nada, en cambio Jonas… Da mala espina
—John. —Corrijo. —Y tú me has lastimado.
—No es mi culpa que seas tan indefensa. —Dice de mala gana.
—¿Tu don es ser un idiota? —Pregunte sarcástica, poniéndome de mal humor.
—Debo dar el crédito que es por instinto.
—No puedes llegar de la nada e intimidar de esa manera a John.
—No me molestaría pasar toda tu vida ahuyentando chicos que no merecen tu atención, Arzaylea.
—Tú no sabes que es bueno para mí. —Le recordé mirándolo de mala cara.
—Un cobarde no es bueno para nadie. ¿Le ves lo atractivo eso?
—Becker… Hace dos días me sujetaste del cuello dejaste una gran marca y luego viniste con tus hermanos a mi trabajo para matarme, no hables sobre las cosas buenas para mi vida. Es de hipócrita.
—Que va. —Frunce el ceño —. Te he atacado porque has sido una espía chusma.
—Solo quería saber si estabas bien, Becker. Te mostraste mal al salir de la licorería.
Él me mira fijamente y no dice nada. Se quedó pensativo con sus cejas ligeramente fruncidas al igual que sus labios por un momento quise pensar en que había ilusión y sorpresa en sus ojos sin embargo sólo comprobé que había incredulidad.
—Pues no te creo. —Sentencia. Cruza sus brazos y me mira como niño ofendido —¿Qué ibas a hacer si me encontrabas herido?
—No lo sé. — Admití —Te llevaría al hospital.
—Vale, si estoy herido no me lleves al hospital. —Alza sus manos aclarando esto — Me recupero de cualquier herida en menos de media hora, no quisiera tener un escuadrón de doctores mirándome como bicho raro.
—¿Y si algún día no te curas? —Susurré más para mi misma mirando la tasa de café entre mis manos.
—Siempre me curaré.
Mi vista viaja de nuevo a la mesa de Muller. Él había dejado de mirarme para mirar a su madre quien le practicaba alegremente sobre algo.
No pude evitar pensar en la adrenalina de haber dado en el blanco con su arco, algo que parece utilizar mucho según las palabras de Becker. Me sentí completamente feliz al hacerlo bien, pues los deportes se me daban fatal y mucho más mi puntería; he tenido buena puntería siempre pero sufro mucha desconcentración y eso lo arruina completamente.
Sin embargo con él lo logré. Como si me hubiera olvidado por completo de que ellos eran peligrosos, de que estaba en la casa con psicópatas con dones, que soy una indefensa humana. Me olvidé de todo y solo con dejar ir una flecha.
Era distinta. Podía ser una mujer completamente distinta. Audaz, firme, sin miedos ni nada por el estilo.
¿Esto causa los Schwarz en mi? ¿Así me cambian? ¿O realmente soy así de fuerte y no lo sé?
Tal como si Muller leyera o escuchara mis pensamientos gira su cabeza y me mira, menea la cabeza en mi dirección y sus ojos escalofriantemente fríos y oscuros tanto que no se distingue su iris con su pupila examinan cada parte de mí. Una pequeña pero simple sonrisa divertida amenazó su rostro sin embargo no tardó en volver a poner su rostro completamente inexpresivo.
Volví mi vista al café. Mierda.
Mire a Becker, quien miraba por aburrimiento por el ventanal a nuestro lado. Tragando en seco y recuperando mi aliento hablo:
—¿Podrías contestarme una duda?
—Dime.
—Si Kilian, Eckert y Kerstin no hubiera interrumpido ¿Me habrías hecho daño?
—Si.
—¿Me habrías matado?
—Si.
—¿Y lo dices así, sin más?
—Arzaylea, si tendría la opción de asesinarte ahora mismo, lo haría.
Mi garganta se seca.
—¿Por qué?
—Porque soy un monstruo.
Aprieto mis labios fuertemente. Él sigue hablando:
—Porque me das curiosidad y estoy enfermo, muy enfermo y jodido y hay cosas que no puedo evitar hacer. —Su mirada se hizo más pesada, casi siento como mi mundo se comienza a desmoronar.
—¿Qué no puedes evitar hacer?
—Cada vez que pierdo el control, cada vez que siento que estoy dentro de un episodio lo único que me consuela y me tranquiliza es que pronto estaré con tu sangre, empapado en ella y tú estarás entre mis brazos muerta.
Mis ojos se llenan de lagrimas pero mantengo mi cara inexpresiva. Jamás me había atrevido a sentir tanta importancia a unas palabras pero lo que dice es siniestro. Aterrador. Y aún más sabiendo que él no es normal.
—¿Qué si te mataría? —Suelta una risa nasal mirando el techo—Estoy esperando con ansias ese momento.
—No me matarás… —Mi voz sonó más segura de lo que creí que iba a sonar.
—No. Aún no. Pero te haré daño.
Sin soportar mas, me pongo de pie bruscamente y cojo mi cárdigan para colocármelo. Limpio con el dorso de mi mano mis lágrimas traicioneras y lo miré sin mostrar alguna emoción alguna y lentamente murmuré:
—Eres un enfermo. ¿Pero sabes qué? Yo también te haré daño, Becker Schwarz.
Ya casi de llegar a 300 lecturas, madre mía que rápido avanzamos. ¡Gracias!No sé qué decir –como siempre–, por lo cual sólo les deseo feliz miércoles. Probablemente vuelva a actualizar el viernes o si estoy inspirada quizá mañana.
Xx
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Maldición Alemana [#1] ©
FantasíaLos schwarz Seguramente has escuchado sobre ellos, todos en DeepLake hablan sobre esas personas. He escuchado muchos mitos y leyendas sobre esa caótica familia Seis hermanos, una hermana y unos padres extraños. Seguramente has escuchado que son cóm...