Cuarentaiocho

192 31 12
                                    

Ink prometió no reírse esta vez y aunque quiso creer en el mencionado, debió saber que era casi imposible que al final cumpliera su palabra, pero igualmente no podía enojarse mucho con él.

El de orbes multiformes tenía miedo, sin embargo, no lo iba admitir porque, después de todo, no era una opción para él.

Tener miedo...

Era algo que Ink no podía permitirse sentir.

—Podemos dejarlo para otro día —Dijo apartándose del contrario, quien seguía soltando pequeñas risas y al mismo intentaba hacerlas parar con sus manos, mas era en vano.

Quizás a fin de cuentas podría ir al cumpleaños de Incubux, puede que llegué tarde pero igualmen...

—A-ah, espera, Error —El menor agarró el borde la sudadera del azabache para impedir que saliera de la cama— Ya estoy bien, no te vayas, yo...

Siempre pasaba esto.

En verdad quería entender a Ink.

Sin embargo...

—Estás temblando.

Era complicado.

Poco a poco se inclinó hasta poder ocultar su cara en el espacio entre el cuello y el hombro del orbes multiformes.

—No es nada ¿Acaso no es normal... tener miedo?

Si...

—Tienes razón.

Si fuera otra persona... 

¿Algo cambiaría?

Le gustaría preguntar, pero seguro que recibiría una respuesta que no dañará sus sentimientos, una no sincera.

Oh, Ink siempre tan considerado.

Podía escuchar su respiración un tanto agitada, talvez era por la cercanía o el aroma del contrario, algunas veces sentía que podía salirse de control.

Si fuera otra persona, si fuera el que deseas...

¿Tendría la oportunidad de sobrepasar esa delgada y fina línea que existe ahora sin problemas?

Las manos del menor sujetaron su rostro para darle un beso.

Un beso agridulce.

///////////

Delante suyo un gran edificio se encontraba, dudaba de cuántos pisos exactamente tendría, dejó de observarlo al momento de tener unas manos tocando su brazo, su atención fue atraída por la fémina que tenía a su lado.

—Me alegra que hayas aceptado acompañarme.

Le inquietaba el hecho de tener tan pegado a esa mujer a su cuerpo, con el tiempo ya se había acostumbrado a tener contacto físico con lo demás, pero aún le resultaba algo incómodo.

—Entremos de una vez —Aconsejó y dio un paso para adentrarse al lugar donde es la fiesta.

Hoy es veinticuatro de diciembre.

Solía pasarla junto a su familia en este día, mas luego de la muerte de su madre, las cosas nunca fueron lo mismo. Y aunque habían logrado que ya no hubiera ese ambiente triste en casa, fue tarde, ahora cada uno era lo suficientemente grande para celebrar Navidad en otro lugar, con otras personas.

—Va a ser en la terraza —Mencionaba la mayor mientras se arreglaba su largo cabello— Aún me sorprende que hayas querido venir.

—Tampoco es que tuviera otros compromisos que atender.

[Una sola respuesta] - ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora