Cincuentaisiete

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El de orbes multiformes movía incesantemente aquel bote de pastillas, el cual no hacía mucho ruido porque estaba casi lleno.

Soltó un suspiró y dejó de lado lo que sostenía para sentarse en el borde de su cama.

Haber...

Diez minutos para bañarse, vestirse, comer algo y estaría listo para reunirse con Error en el lugar acordado, pero... la verdad que no tenía muchas ganas de ir.

Su celular empezó a sonar.

—Hey... —Al final contestó luego de unos segundos.

—¿Ink, ya estarás viniendo, no?

—Eh...

Una excusa, vamos, piensa en una excusa.

—Sabes, no me siento muy bien... —De forma lenta se echó en su cama— Creo que tengo fiebre ¿Por qué no lo dejamos para otro día?

—Lo haría si tan solo dejarás de rechazar cada trabajo que te presento, parece que ninguno te agrada, así que sal de una vez, estoy afuera.

Error le colgó y pronto escuchó como la puerta era tocada.

—Odio esto... —Murmurró levantándose de su lugar para ir a abrir al mencionado.

Aunque a medio camino se sintió algo mareado, quizás sí esté un poco mal, después de todo.

—Como ves, ni siquiera me he cambiado, sigo en piyama —Dijo una vez estando al frente del azabache.

—¿Y qué estás esperando?

—¡Ya te dije que estoy mal! ¿Intenta comprenderme, sí?

No dijo nada más y se retiró para no continuar escuchando al mayor, quien lo único que hacía era ser una molestia.

—Últimamente te estás comportando como un niño caprichoso y malcriado —Comentó siguiendo al más bajo— Que quieres esto, que no quieres aquello, te enojas por cualquier tontería y no estás conforme con nada, has cambiado.

—¡Pues adivina qué! —Se volteó a ver al contrario para encararlo— ¡Ya no soy el mismo Ink!

—¡Sí, lo sé! Ni siquiera soy capaz de reconocerte ahora.

—Como sea... —Respondió sin más y se metió en su habitación.

Las lágrimas no tardaron en salir de sus cuencas al momento de cubrirse con sus sábanas.

—Ink.

—Vete de mi cuarto.

—Lo siento ¿Sí?

Error se puso a su costado.

—¿Por qué te disculpas?

—No sé ¿Qué quieres entonces?

—Que seas infeliz —Susurró limpiando su rostro con sus manos.

—¿Qué dices?

—Nada, nada... —Dijo apartando las sábanas para poder sentarse junto al contrario— Error ¿Tú sigues enamorado de mí?

—¿Por qué preguntas eso tan de repente? —Cuestionó desviando su mirada.

—No lo sé —Respondió encogiéndose de hombros.

—Lo único que debería interesarte es que haga mi trabajo.

El ambiente era pesado y abrumador.

—¿Pero qué va a pasar después? No vas a trabajar para siempre para mí, cuando tengas otra oportunidad, te irás.

—Sí, me iré.

[Una sola respuesta] - ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora