Uno

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La vida tan aburrida y monótona era algo que eligió vivir ¿O lo obligaron?
Realmente no lo recuerda.

—Hasta luego, mamá. Ya me voy a la universidad —Bajó con cuidado las escaleras, la última vez se cayó por descuidado— ¿Mamá?

—¡Qué te vaya bien! —La voz provenía de la cocina—Y recuerda...

—¡Estar listo para las cinco, ya sé!

El joven de dieciocho salía de su hogar y tomaba rumbo a su universidad. El chófer podría llevarlo mas prefería caminar y disfrutar la fría mañana.

Se arregló su bufanda marrón, y empezó a caminar con relajo.

Todos los días era casi lo mismo, era una rutina que debía llevar.

Levantarse, ir a la universidad, luego almorzar mientras iba al estudio, entrevistas, sesión de fotos, bla, bla, y finalmente dormir.

En algún punto se volvió tediosa la vida que llevaba.

No tenía más que a su madre y...

Nadie más, en realidad.

Será muy famoso, habrá salido en algunas novelas, anuncios, comerciales, conocerá a gente influyente pero...

Ningún amigo.

Su madre ya se lo ha dicho, él no puede tener amigos, o por lo menos amigos verdaderos.

Él era alguien importante y no debía juntarse con personas que simplemente eran un cero a la izquierda... ¿O era derecha?

Bueno, como sea, su vida es solitaria aunque siempre se vea rodeada de muchas personas.

Uhhmm...

¿Qué quien era exactamente?

Supongo que siempre olvidaba presentarse.

Su nombre es Ink Comyet, tiene dieciocho años y vive con su madre.

Eso es lo básico que deberían saber de él.

Lo demás...

Uno debería averiguarlo con ver el  transcurrir de un día normal en su vida.

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Por un momento pensó que no iba a lograrlo; como siempre pasa, se le había hecho tarde ya que un grupo de chicas lo interceptó, impidiendo avanzar a su destino. Bueno, le pidieron lo típico, un autógrafo y que se tomará unas fotos con ellas.

Sonrió, y les agradeció su apoyo, se fueron, y su rostro volvió a su antigua expresión que con el pasar de los años se había formado.

Una suave sonrisa.

Dejando eso de lado, se apresuró en llegar a su clase antes de que empezará, la próxima semana iban a tomar un examen así que no podía faltar.

Llegó a las justas, unos milisegundos antes de que la puerta fuera cerrada.

Se había salvado, qué suerte tenía...

Bueno, no tanta. Era imposible concentrarse si el flash de una cámara de celular siempre lo molestaba.

No entendía todavía que supuestamente lo hacía especial, único y talentoso según su madre.

Oh, su querida madre...

Esa mujer que lo cuido y le enseñó todo lo que sabe hoy en día.

[Una sola respuesta] - ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora