Cuarentaidos

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—¿Y bien, Ink? ¿Vas a decirme algo?

De reojo miró a la mayor, quien estaba cruzada de brazos observando por la única ventana de la habitación.

—¿Tú no eres la que quería hablarme en primer lugar? —Posó de nuevo su mirada en el suelo, si era necesario evitaría exaltarse.

—Sí, pero ante todo intento comprenderte, saber que excusas tienes par...

—¿Me has estado vigilando desde que me fui de casa?

—Sí, para qué negarte ese hecho —Se volteó a ver al menor— Aunque ya no eres ese niño que cometía fallas todo el tiempo, sé que igualmente aún hallarás la forma de hacer un caos y no te das cuenta, no eres capaz de entender que aquello al final necesitarás enmendarlo tarde o temprano, así que te voy a volver a preguntar ¿Vas a decirme algo o no?

—Solo empieza con lo tuyo.

—De acuerdo —Se acercó hasta quedar al lado del contrario— ¿Por qué entre todas las malditas personas tuviste que elegir justo al que se supone que solo debía ser tu representante? Ibas tan bien, Ink, ibas tan bien, siempre te he dicho que las apariencias importan demasiado, no te pedía que fueras perfecto, eso sería mucho, pero por lo menos...

—¿Alguna vez hice algo bien para ti, mamá? —Encaró a la mencionada— No hagas esto, no hagas aquello, nunca estuviste satisfecha con lo que hacía.

—Sé que intentabas hacer todo lo que te decía, yo apreciaba eso, pero mira, al final no pudiste, tú fallaste, te dije que no era necesario tener amigos, que el amor es un obstáculo... Acabaste fallando en todo, tenías un futuro por delante, pero ahora eres débil, eso es un inconveniente, te van a destrozar, Ink ¿Lo sabes, verdad?

—Yo...

—¿Qué vas a hacer ahora, Ink? —Dio unos pasos hacia atrás— Por lo que sé, ese tipo no está jugando contigo ¿O quizás, sí? Quién sabe... ¿Lo quieres? ¿O lo vas a desechar cuando te canses de él? No te recomiendo mucha esa opción, las personas heridas te pueden devolver el golpe cuando menos te lo esperes.

—No sé qué hacer... —Susurró apretando los bordes de su chompa.

—¿No me digas que tienes miedo de lo que digan los demás? —Soltó una risa leve— Si fuiste lo suficiente valiente para empezar esto, entonces también deberías serlo para terminar, lo que pase luego tendrás que aceptarlo y yo me sentiré mal porque todo mi esfuerzo por convertirte en lo que eres ahora al final no habrá valido para nada.

—¿Yo te importó acaso? Siempre es mi trabajo, de cómo todos me ven o cómo actuó, pero nunca he notado que te preocupes aunque sea un poco por mí, habrás dicho muchas veces que me quieres, que soy lo más preciado para ti, mas solo han sido puras mentiras.

—¿Recién te das cuenta?

—No, claro que no.

Ink salió de su antigua habitación.

—¿En serio te vas? 

Detrás de él estaba la mayor.

— ¿Nunca me has querido, verdad, Diana?

—Ya sabes la respuesta, Ink, siempre la has sabido.

—¿Por qué te casaste con mi papá?

—No lo sé, supongo que lo amaba —Suspiró cansada de las preguntas— En ese entonces no me importó que su esposa se haya muerto solo hace unos días y tuviera dos niños a su cargo, talvez sentí pena, él se quedó tan afligido —Una pizca de burla había en sus palabras— Un día estás esperando con ansias a tu segundo hijo y en otro pierdes al amor de tu vida porque tener ese bebé afectó su salud gravemente, qué trágico ¿No?

—Ya deja ese tema —Dijo serio, tenía suficiente conocimiento sobre sus padres.

—¿Entonces quieres hablar de Zephyr?

—No, me voy —Se dirigió a las escaleras.

—El resentimiento que le tienes no te dejará vivir, Ink.

—Él no existe para mí, igual que papá, así lo decidiste.

—Sí, pero fue por tu bien, además él fue quien se equivocó, yo nunca me aleje de tu lado, Ink, a pesar de todo, siempre me quede junto a ti, junto a Zephyr.

Ink soltó un suspiro que tenía guardado desde que llegó.

—¿Qué hubiera sido de ustedes sin mí? No serías nada, tu hermano tampoco, soporte muchas cosas, trabaje y luche para darles todo ¿Y tu padre qué hizo? Solo hundirse en lo más profundo, desahogarse contigo de que su vida sea tan miserable, hasta se olvidó que tenía unos hijos que criar —Por un momento la mayor alzó la voz, recordar aquello le provocaba asco— ¿Cómo quieres que tenga afecto hacia ti? Tú solo viniste para arruinar la vida de todos y en verdad que lo hiciste... ¿Te vas a quedar callado?

  —Estoy harto de llorar, Diana —Confesó tocando sus cuencas, ninguna lágrima salía— Me sé la historia bien, fue mi culpa de que mi madre haya muerto, es mi culpa que mi padre se haya suicidado, es mi culpa que Zephyr no haya podido ser como los demás niños de su edad, soy solo una carga, yo ya lo sé.  

Se llevó su mano hacia su pecho, estaba temblando, quería desmoronarse pero no podía.

—Es de mala educación darme la espalda, Ink.

—Lo sé —Bajó las escaleras, ella lo siguió.

—Ya no eres un niño, ya no puedo manejarte a mi antojo, ya no me sirves.

—Ajá...

Miró por un segundo el piano antes de ir a la salida. 

—Ink.

—¿Qué?

—Lo lamento —Dijo tomando el brazo del menor para que no se fuera.

—De acuerdo.

—Qué te vaya bien.

—Sí.

Se miraron por unos instantes y ella por fin lo soltó.

Ink regresó a su departamento, no podía sentir nada, absolutamente nada al estar ahí, solo, sin nadie.

Bastó unos días para volver a la normalidad, por suerte Error dejó de ignorarlo para ese entonces.

Cumplió veintidós el quince de abril y unos días después... 

Unos días después...

Su "madre" murió, ella tomó un bote lleno de antidepresivos y ahora ya no está.

El día del entierro, luego de que todo haya acabado, Fresh se acercó a él para consolarlo y solo atinó a abrazarlo, dejando confundido al más alto, pero igualmente correspondió el abrazo.

Fue en ese momento cuando sintió que había hecho mal muchas cosas.

Ese día sus lágrimas mojaron el hombro de Fresh, ese día...

Sabía lo que tenía que hacer.

[Una sola respuesta] - ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora