Dos

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Los pequeños descansos que podía tener eran una oportunidad para practicar en el piano que había en la sala de su casa, su madre lo escuchaba tocar, parecía triste con la melodía.  

—Lo haces bien, Ink... —Cuando terminó la canción, su madre se acercó a él— Igualmente sigue practicando, recuerda ser el mejor siempre.

—Sí, mamá.

La mayor se retiró, dejándolo solo en la sala, ahora el ambiente estaba tranquilo.

Aburrido.

Decidió dirigirse a su cuarto y checar sus redes sociales.

—Oh... —Y talvez hacer algo más— Así que origami...

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Esta vez eligió ir a la universidad en carro, la charla agradable con su chófer lo mantenía despierto.

—Si me permite preguntar... ¿Qué hace, joven?

—Orig... —Ya lo había terminado— Robert ¿Esto parece una grulla?

—Eh, sí... —Ink realmente notó que estaba mintiendo— Está boni...

—Lo intentare otra vez, lo haré mejor... —Admitía en su interior que no le salió como en el tutorial. 

Las únicas personas con las cuales podía hablar de forma normal, bueno no tanto, era el chófer y su madre. La idea de tener amigos no le generaban mucho entusiasmo que digamos, para que los necesitaba igualmente, no eran necesarios.

Un amigo...

—Ya llegamos.

Alguna vez tuvo uno.

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Antes de que su clase empezará, fue a pasear por el campus, y comprar quizás algo. Mientras iba en dirección a una máquina expendedora, cierta chica se le cruzó en su camino.   

No supo en que punto empezó a charlar con la de baja estatura, o más bien que ella empezará a hablar, él solo se mantenía callado y asentía algunas veces.

Otra vez seguro iba a perder su clase, ya era la segunda vez, sí que tenía mala suerte.

Estaba apunto de decirle que necesitaba retirarse, hasta que se encontró con una amiga y perdió total interés en él.

Aprovechó ese momento y se alejó lentamente. Por un momento pensó que los dioses lo habían abandonado. 

Verificó su alrededor y con sigilo abrió su mochila para ver la hora.

 —Me preguntó si en cinco minutos podré llegar —Volvió a ponerse la mochila en su espalda y suspiró, se había alejado mucho y ahora se encontraba en la cafetería.

Cuando estaba a un paso de irse, se percató de la presencia de cierto esqueleto. 

Era algo extraño que solo ellos dos fueran los únicos ahí, además podría devolverle lo que se le había caído el otro día.

—Cliché... —Murmuró. 

A medida que se acercaba a la mesa del contrario, iba poniéndose nervioso, lo nuevo siempre lo hacía sentir así. Por una vez en su vida, él mismo se acercaba a un completo extraño por una razón tan banal, era completamente tonto.

Tomó asiento a su costado, al parecer el contrario no se daba cuenta de su presencia, estaba concentrado en unos papeles.

—Hola... —Soltó sin muchos rodeos,su saludo atrajo la atención del azabache— Error ¿No?

—¿Cómo sabes mi nombre? —De nuevo dirigió su vista en esos dichosos papeles— Sabes... no importa, desaparece de mi vista.

—Como digas —Se levantó, pareciendo que se iba a ir— Creo que no preocupa tu cartuchera después de todo.

—Eh... —Y de esa forma obtienes la total atención de una persona— ¿Tú cómo...?

—Se te cayó el otro día —Arrojó sin avisar el objeto a su propietario— Pensaba que el único olvidadizo era yo.  

—Uhg... —Se percató que su sonrisa le desagradaba a Error— Gracias, supongo...

—¿Y qué haces, Error? —Volvió a tomar asiento al lado del mencionado.

—¿No tienes algo que más hacer? —Parece que no era bienvenido a quedarse.

— Ehhmm, no, en verdad no. 

—Ve a molestar a alguien más —El de sudadera se encogió en su lugar, necesitaba huir de aquella mirada del pintor.   

Los dos esqueletos permanecieron en ese ambiente tan incómodo por poco tiempo.

—Yo sí tengo cosas que hacer, adiós.

Pronto el de orbes multiformes se quedó sin la compañía del azabache pero bueno, su curiosidad hacia Error se desvaneció, lo mismo de siempre.

Ya no tenía motivos para quedarse un segundo más en la cafetería, así que se retiró.

—¿En serio qué tanto te demoras para revisar información tan simple?

—Deja de quejarte tanto, Nightmare.

Cuando salió, un poco alejado de donde estaba, se encontraban hablando Error y otra persona que no conocía. Nunca se había sentido tan fuera de lugar, ir a otro lugar es la mejor opción, ver una pelea de pareja no le resultaba muy interesante que digamos y tampoco era de su incumbencia.

—¿Ese no es Ink Comyet? —Dejó de regañar a su amigo, al ver a esa persona tan famosa por aquí alejarse.

—Ah, sí... —De reojo miró al esqueleto con el cual había conversado hace unos momentos— No sé que le ven, es un completo imbécil.

—Para ti todos son unos imbéciles.

—No todos... —Mencionó y paso a un lado del contrario.

— Lo que tú digas.

El primer pensamiento de Error sobre Ink era que éste era un imbécil...

Y bueno, estaba en lo cierto.

—Ahhh —Demonios, recién recordaba que sí tenía algo que hacer— Mi clase...

[Una sola respuesta] - ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora