|EXTRA|

3.8K 361 34
                                    


Debía ser sincero consigo mismo, aun si las presuntas respuestas que su mente formulaba no lo satisfacían. Y es que todo se reducía a aquel hombre, en lo que alguna vez dijo, en la carta que puso en sus manos, en el aroma que cada noche ansiaba poder recordar e incluso en la camiseta que ahora estrujaba, recostado tras la puerta de su habitación cuando Tae dejó de insistir en que saliera y disfrutara de la fiesta que se había organizado en su honor.

Jimin lo amaba demasiado. Amó cada vago y mísero detalle de Min Yoongi en cuanto lo miró por primera vez, reconociendo que aquel afecto no se había debilitado en lo más mínimo a pesar del cruel paso de los años.

Su ausencia era lo único que aún no sanaba por completo.

Por otro lado, Taehyung consiguió lo que tanto anhelaba. Ser feliz. Con un novio que lo besara todos los días y con un amor que iba más allá del ajeno, uno propio.

Su amigo se había vuelto algo vanidoso, aunque desde un vistazo profesional, como el suyo, halardear de sí mismo era una actitud que debía ser proporcional y exacta. Y como había previsto, él podía manejarlo.

Pero lo cierto era que Jimin no podía evitar preguntarse qué era lo que se aproximaba en su dirección. El futuro era algo imposible de predecir, pero ¿quién le otorgó al destino el derecho a decidir? Poder anticipar lo que sucedería esa noche y qué tan profunda sería su decepción al no ver a Min Yoongi en el umbral cuando el reloj marcara las doce era lo único que deseaba.

Taehyung había organizado toda aquella fiesta para él; sin embargo, allí estaba, lamentándose mientras la estruendosa música retumbaba en sus oídos, a sus espaldas, sentiéndose un niñato aguardando a que su ansiado príncipe azul llamara a su puerta a medianoche.

--¡Hey! Es una buena fiesta, ¿no?

Jeon Jungkook y su molesta voz se oyó en cuanto puso pie fuera de la habitación, Jimin inhaló profundo y no porque sus ojos desbordaran en lágrimas, claro que no. Giró en su dirección, preguntándose si la escasa iluminación de aquel pasillo era suficiente para opacar la deplorable mirada en su rostro, y por suerte lo fue.

--Lo es, ¿qué necesitas, Kook?

--Taehyung está ocupado echando a dos depravados --rió sin ganas--. Los chicos están jugando a girar la botella y no tengo permitido estar allí si no juego también. Es absurdo --declaró, levantándose del suelo y caminando a su lado. Quizá Jeon no tenía el más mínimo sentido de lo que ser cordial significaba, pero Jimin era importante para su novio y en consecuencia también lo sería para él.

--Eso no responde a mi pregunta --murmuró Jimin, haciéndose camino entre las personas que bailaban en el salón principal, al compás de la música, mientras recibía ciertos elogios--. Saldré a tomar aire.

Tomó su abrigo y contuvo la respiración cuando el frío aire chocó contra su rostro. Nevaba.

--Genial, voy contigo.

Bien, quizá Jungkook debía dejar de juzgarlo de esa forma. Jimin era un... amigo cercano, si era lo que verse a menudo significaba. Un amigo.

--Sigues siendo tan inmaduro, Kook... --negó, decidiendo no ser descortés con el pelinegro esa noche--. Yo... Quiero estar solo. Es todo.

--Podría intentarlo --soltó casi de golpe, apresurando sus pasos cuando Park lo hizo, notando pronto que en su cabello ahora reinaban copos de nieve. Sonrió.

Jimin entrelazó sus manos entre ellas en una clara señal de nerviosismo que el pelinegro fue capaz de descifrar de inmediato porque indagar en acciones concurrentes era algo a lo que ya estaba acostumbrado. ¿La razón? Taehyung no siempre había sido sincero con él.

CLOSE YOUR MOUTH //KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora