CAPÍTULO 51

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Jimin caminó a través de los pasillos con un bolso sobre sus hombros y una desagradable mueca en el rostro.

¿Min Yoongi?

Bueno, el rubio asistió a su tonta clase esa mañana y el hombre no hizo más que evadir su mirada, aquella que con esfuerzo Jimin había llevado hacia él.

Lanzó sus libros dentro del casillero con más del impulso necesario, tomando el envoltorio de papel que cayó al suelo entre sus dedos, cuidadosamente al no hallar una dedicatoria escrita en la cubierta.

Jimin no sintió su corazón acelerarse, tampoco sus labios temblar, al menos no hasta ver la perfecta caligrafía de Min Yoongi en aquel trozo de papel en su interior.

Perfecta. Como si hubiese sido trazada con la mayor de las precisiones para él, por él.

'Jiminie.
Sé que ya es algo tarde, pero lamento haber sido tan indiferente contigo estos últimos días. ¿Puedes perdonarme?

Recuerdo la primera vez que te vi, Park Jimin. Dios, yo supe de inmediato que no podía dejarte ir, que no permitiría que algo lastimara al hermoso ángel de bonita sonrisa y ojos profundos en los que podía ver la galaxia misma. Supe que lo nuestro sería especial incluso cuando ni siquiera comenzaba.

Bastó un cruce de miradas para que mi corazón latiera a mil por minuto y un rocé de manos para que dejara de hacerlo. ¿Lo recuerdas? Te forcé a tomar la tiza en mis dedos, solo porque deseaba verte mejor y eso hice, créeme que lo hice.

¿Me amas? Porque yo sin duda lo hago, el primero en hacer que mi respiración se detuviera y en ofrecerme todo de él en cada momento por más efímero que fuese.

Pero... ¿Podrás perdonarme luego de esto? ¿Seguirás amándome cuando sepas que lo que tienes en tus manos serán las últimas noticias que obtendrás de mí? No llores, puedo ver esas lágrimas resbalar hasta la curvatura de tu cuello, así que no lo hagas, bebé, no es lo que mereces luego de hacer de mi estancia aquí tan maravillosa.

No corras a mi apartamento porque fue vendido ayer por la mañana mientras dormías, no llames ni envíes mensajes, cerré todas mis cuentas para que tu espera y la mía no sean tan dolorosas. Despúes de todo, es un sacrificio que haré por Park Jimin.

Cuando leas esto, estaré rumbo a otra ciudad y probablemente tome un descanso de mi vida en Seúl. Sin embargo, prometo regresar a ti en cuatro años, cuando cumplas veintidós estaré allí contigo, esta vez sin restricciones y siendo nosotros con total libertad. Piensa de esta forma... Llegaste cuatro años tarde, entonces ¿podrías esperar cuatros años de tu vida por mí?

No estoy terminando contigo, Park, solo seremos parte de una relación abierta en la que podrás experimentar cosas nuevas con alguien más, si deseas pasar el tiempo con otra persona que pueda hacerte feliz, puedes hacerlo.

Volveremos a vernos pronto, ¿sí? Cuando tengas un buen trabajo y una buena vida, cuando seas lo suficientemente maduro para contestar la pregunta que estoy a punto de hacerte y que solo tendrás la oportunidad de afirmar o negar cuando esté frente a ti.

¿Te casarías conmigo?'

Estrujó el trozo de papel entre sus dedos, tan fuerte como si de esa forma pudiera hallar un camino que lo llevase de vuelta a él. Y lo cierto era que habían demasiados, pero no uno que Min Yoongi pudiera tomar. Presionó los labios, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos al tener en sus manos la única copia de aquella carta mientras veía a su tren detenerse en la estación.

Arrastró sus maletas, mirando hacia atrás una última vez y sacando el boleto de sus bolsillos con una deplorable mueca en el rostro, no quería irse.

Había recibido su última paga esa mañana, luego de que el director Jeon diera por terminado su contrato y Min pidiera dar una clase más antes de irse, solo porque deseaba verlo. El año estaba próximo a terminar de todas formas y supo que hizo un buen trabajo cuando sus colegas lo recibieron al final del pasillo.

Iría a Daegu, a casa de sus padres donde vivió hasta su independencia, antes de decidir que Seúl era la ciudad en la que querría vivir desde ahora, con la esperanza de ejercer aquella labor en una gran institución con demasiados estudiantes de los cuales ni siquiera recordara el nombre, siempre fue su sueño.

Y sus padres estuvieron de acuerdo, ellos enviaron algo de dinero los primeros meses hasta que él hallara su primer trabajo a tiempo completo y pudiera solventar sus propios gastos.

Claro que habían pasado cinco años desde aquello y aunque compartían llamadas, no era lo mismo que estar en casa y asegurarse de que todo fuera bien por su cuenta.

Oyó las puertas cerrarse, caminando en línea recta hacia los asientos del fondo y recostándose sobre el vidrio mientras veía cómo otras personas recorrían la estación con una sonrisa en el rostro.

Cuánto daría Min Yoongi por sentirse así de motivado por salir de aquella ciudad.

Demasiado.

Y el pelinegro nunca se sintió tan impotente de no poder estrujar la mano del rubio entre las suyas al golpear la superficie de madera frente a él. Lo quería, y lo quería ahora.

El sonido de los pocos autos a su alrededor llamaron su atención, las cosas cambiaban y las personas lo hacían de igual forma, pero nada ni nadie podía arrebatarle la esencia a aquel lugar al que aún llamaba hogar.

Un joven de cabellera gris se asomó por la puerta y Min notó que sus facciones ya no eran tan finas como solían serlo, aquel ya no era el pequeño niño que besó sus mejillas en despedida cinco años atrás.

Las personas cambiaban.

El menor sonrió, sus ojos iluminándose ante la repentina aparición de su hermano mayor en casa después de tanto tiempo.

--¡Hyung! --sonrió ampliamente mientras lo rodeaba con sus brazos, importándole poco que tres maletas cayeran al suelo. Yoongi revolvió el cabello contrario, encantado por lo alto que el chico se había vuelto--. ¿Te quedarás, hyung? --preguntó, tomando su mano y guiándolo dentro de la pequeña casa con una sonrisa en los labios.


CLOSE YOUR MOUTH //KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora