WO | ❝Oh, cariño, yo me vuelvo salvaje cuando estoy contigo.❞
Dónde Naga llega a Beacon Hills junto a la manada de alfas, en busca de un nuevo miembro. Aunque era Deucalion él que lo buscaba, él por su parte, había llegado al pueblo sin mucha...
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▬ Edimburgo, Escocia.
NIEVE.ESAS BLANCAS CAPAS QUE CUBRÍAN LA CASA DE CAMPO y caían desde el grisáceo cielo como copos cristalinos para acumularse en la tierra, junto a ese frondoso bosque a su alrededor, le recordaban a la gélida tundra que hace muchos años llamaba hogar.
Las llanuras escocesas y los bosques de Alaska podían parecerse en invierno cuando sólo te enfocabas en esos fuertes pinos que desprendían un olor peculiar, era fresco y aromático, algo que se agradecía cuando tenía un olfato mejor desarrollado que el de un humano.
Naga dibujaba esos pinos nevados con tranquilidad, tratando sólo de enfocarse en su lápiz y la manera en que el grafito se quedaba calcado en la hoja de papel blanca; aunque no estaba absorto de todo lo que se pasaba a su alrededor, con su oído era imposible ignorar los rugidos y gruñidos que Ethan y Aiden se daban uno a orto mientras entrenaban, por no decir que la estridente voz de Kali se colaba en sus tímpanos al contarles el tiempo.
Se supondría que él también debería de estar entrenando, pero lo cierto era, que estaba esperando a que los gemelos terminaran, el que quedara en pie iría contra él y luego con Kali, si loa vencían, sería un logro, a él le había costado unos tres años y muchas cortadas – Algunas accidentales y otras como parte del entrenamiento – por parte de la mujer lobo.
— ¡Deja hacer palitos y bolitas, Naga! — el pelinegro levantó ligeramente su vista, para ver a Aiden, quien forcejeaba con su hermano, ambos estaban sin camisa a unos – 8 °, Naga entendía que tenían resistencia, pero ese para ya parecían unos Hellhound, él estaba cubierto de pies a cabeza, y no mentía —. ¡Ven a entrenar que sólo me están dando a mí las palizas!
Naga suspiró y elevó sus cejas — Aiden, yo me preocuparía más porque Ethan está por taclearte a tu derecha, que por sí me convierto o no en Picasso.
— ¿Eh? — Aiden no tuvo si quiera tiempo para reaccionar, cuando efectivamente, su gemelo lo tumbó en la nieve, cayendo a los pies de los escalones donde Naga estaba dibujando con una media sonrisa llena de sorna.
