22➹ el silencio de los inocentes

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¿QUÉ SE SENTÍA ESTAR MUERTO? UNA PREGUNTA MÁS QUE IMPOSIBLE de responder por cualquier mortal, pero al menos Naga estaba seguro que ya había experimentado lo más cercano a esa sensación cuando sintió que cada músculo de su cuerpo se comprimía e inmovilizaba, escuchando el castañeo involuntario de sus dientes, su cuerpo tan pálido que se arriesgaba a camuflar con la blanca nieve que se estaba convirtiendo en su homicida.

La sangre de su cuerpo parecía que también se congelaba, pues estaba tardando demasiado en circular por su cuerpo y lo comprobaba al cas no poder mover sus extremidades, ahí arrinconado en las profundidades de esa cueva con el cruel frío azotando su anatomía y colándose entre sus huesos. Sus labios morados y el exceso de vaho que su cuerpo sacaba con cada respiración.

Un humano hubiera muerto en dos días con esos -29 ° C que oscilaba la tundra de Alaska desde hace una semana, sin comida ni agua y con las condiciones húmedas de esa cueva, pero su condición sobrenatural le había permitido sobrevivir esos siete días, pero parecía que estaba llegando al fin de su resistencia. Había escuchado de la internación, pero él no sabía nada de eso.

Estaba seguro que moriría, pero no tenía miedo, de hecho, una muerte sería más piadoso que seguir sufriendo en esa cueva una espera tortuosa. Los parpados le pesaban y cada vez más le costaba mantenerlos abiertos. Ciertamente, para tener ocho años y ser huérfano en ese ambiente hostil, había sobrevivido más de lo que cualquiera hubiera esperado.

Pero, aunque Naga esperara morir, el destino no parecía tener en cuenta su opinión dentro de sus propios planes; pues cuando el pelinegro estaba encaminado al camino de la muerte, seguramente al infierno, bromeaba o tal vez había terminado de creer lo que todos decían sobre el pobre niño bastardo que vagaba como un espectro.

Como fuera, al final de lo que parecía ser un túnel espiritual, apareció una figura, pero era más que real. Naga había abierto con un gran esfuerzo sus parpados, dejando caer pequeños pedazos de hielo sobre su rostro blanquecino para poder ver a la aparente persona, era un hombre con un enorme abrigo de piel, seguramente de foca o caribú.

Naga no se enfocó demasiado en su rostro, sólo pensó que desearía tenerlo para no congelarse. El hombre se retiró la capucha, dejando ver ese cabello rubio un poco largo y esos llamativos lentes rojos, el pelinegro llegó a pensar que al hombre se le había perdido la playa.

— Pero, ¿Qué tenemos aquí? — Se acercó a él y se puso en cuclillas para verlo más de cerca, Naga de forma involuntaria se encogió más y enseñó sus ojos dorados cuando intentó tocarlo, eso solía asustar a los humanos, aunque la esencia de ese hombre no era humana, tampoco lycan, aunque era similar. Al ver sus ojos cambio la cara del hombre a una completa fascinación — Creo que te perdiste, amiguito. ¿O tú madre está cerca?

— Está muerta — Gruñó.

Él asintió sentándose a su lado y dejando esa pesada mochila a su lado, Naga frunció su ceño, seguramente ya habría huido si pudiera moverse — Entiendo... ¿Tú le tienes miedo a la muerte?

WILD ONE¹ ─── Teen Wolf ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora