WO | ❝Oh, cariño, yo me vuelvo salvaje cuando estoy contigo.❞
Dónde Naga llega a Beacon Hills junto a la manada de alfas, en busca de un nuevo miembro. Aunque era Deucalion él que lo buscaba, él por su parte, había llegado al pueblo sin mucha...
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NAGA APARCÓ SU MOTOCICLETA EN LA ENTRADA del estacionamiento de la escuela y bajó la capucha de su sudadera. Sacó su móvil para ver el reflejo de las heridas de su alfa en su cara, habían disminuido considerablemente, ya no estaban abiertas o hechas costra, pero estaban enrojecidas, marcándole la cara como un señalamiento de tránsito.
El lycan negó bufando. No podía volver al penthouse, porque no quería enfrentar ahora a Deucalion y tampoco podía entrar así a clases, pues sus profesores preguntarían porqué tenía esas marcas, que ni siquiera eran discretas para decir que se había caído. No, eran tres líneas desiguales cruzando su rostro.
Ya no había dolor, pero el fantasma de esa semilla morbosa germinada por Peter Hale, seguía en su cabeza. ¿Podría ser cierto? ¿Deucalion lo utilizaba?
Negó ante la ida y bajó de su transporte, sería mejor dejar esos pensamientos del lado, o podría terminar pensando cosas que no eran, podrían hacerlo desconfiar del propio hombre que lo acogió sin pedir nada a cambio, más que lealtad y confianza.
—¿Qué te ha pasado en la cara? — El lycan abrió sus ojos y sacó la cara de su casillero para ver a Lydia Martin frente a él, tenía una mirada suave mirando el patrón rojizo, pero su tono había sido serio.
—Me he caído. ¿No tenías la última clase? — Naga metió los últimos libros y lo cerró, dejando su mochila sólo con los libros de historia y economía, pues tenía tarea de ambos.
La banshee rio sin gracia — ¿Sobre qué? ¿Tus garras? Y para tu información, tengo mi clase de música hasta dentro de... Unos treinta minutos. Al parecer nuestro profesor va retrasado.
— Beacon Hills debería poner junto a su letrero de bienvenida el número de muertos y desaparecidos, tal vez así, alguien se lo piense dos veces, antes de cometer la locura de venir a vivir aquí.
Lydia entrecerró sus ojos, mofándose — Claro. ¿Tú no formaras parte de ellos?
Naga chasqueó su lenga y cerró su taquilla.
— Wow, Martin. ¿Me estas preguntado directamente sí me he vuelto una clase de maniaco religioso?
— Sí, tú y tu manada. Desde que llegaron es como si trajeran a la muerte con ustedes. Los cadáveres y los ataques animales, Shade. ¿Coincidencia? No lo creo.
— Ya, y supongo que estas mismas preguntas se las harás a Aiden.
La pelirroja hizo una mueca, no había mencionado una sola palabra con el castaño.
— Claro que no... Por qué sabes que él no te respondería, pero te diré algo, yo tampoco lo haré, no tengo ninguna obligación, y ni siquiera deberías estar hablando conmigo después de ver lo que soy — Naga se mofó comenzando a caminar hacia el patio, Lydia lo siguio, pues se veía en la necesidad de conseguir respuestas. Tenía tantas dudas en la cabeza, que sólo podía responder con teorías, pero necesitaba más que eso.
