WO | ❝Oh, cariño, yo me vuelvo salvaje cuando estoy contigo.❞
Dónde Naga llega a Beacon Hills junto a la manada de alfas, en busca de un nuevo miembro. Aunque era Deucalion él que lo buscaba, él por su parte, había llegado al pueblo sin mucha...
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SENTIR LA LLUVIA CAER SOBRE SUS HOMBROS, SIEMPRE CREARÍA un sentimiento de relajación sin igual en Naga, era como sentir que los problemas se esfumaban entre esas gotas de aguas cristalinas que caían con violencia como un torrente sobre sus hombros, sintiendo como todo su cuerpo se humedecía al traspasar su ropa.
Y cómo un auténtico lobo, Naga aullaba en el claro de luna y gruñía enfurecido. Sus rubíes brillaban coléricos cuando Aiden le abrió el pecho para sacar todo ese wolfsbane que lo estaba envenenado por la bala que la infortunada cazadora le disparó; el pelinegro lanzó un zarpazo y sus garras cayeron sobre la cara del gemelo, quien rugió de dolor, Naga le respondió de la misma manera aún en su forma humana.
— ¡Ten más cuidado! — Naga gruñó.
— ¿Yo? Pero si a mí no fue al que me dispararon, grandísimo idiota.
Ethan los separó empujando a ambos por el pecho cuando escucharon un motor encenderse.
Naga se miró las garras, donde la sangre escarlata de Aiden se mezclaba con la de Isaac Lahey después de haberle robado sus receurdos.
Lo habían seguido desde hace una hora cuando él lo había encontrando merodeando en banco abandonado; tenían todo preparado para llevarlo al banco, pero el beta los sorprendió despertando aún con la considerable golpiza que los gemelos en su forma fusionada le habían dado después que el lycan lo dejara con la mente en blanco para que no pudiera dar alguna información a su manada.
Aunque el verdadero daño para Isaac fueron las garras de Naga rasgando su pecho y encajándolas no sólo en piel, sino en músculo. Aun así, sangrando y casi moribundo, Isaac no se rindió y corrió entre los callejones de Beacon Hills lo más lejos que pudo, Naga se lo reconocía, era un luchador que ahora mismo se estaba aferrando a la vida y a su libertad.
Eso tenían en común.
A unas calles, habían escuchado el cuerpo del beta desfallecer por el cansancio. Isaac creía que era su fin y Naga que la noche de casería con lluvia había terminado, pero esa cazadora los sorprendió atacándolos con una ráfaga de balas. Retrasando su avance y despertando a Isaac con un poco de electricidad, lo suficiente para ayudarlo a escapar.
— ¿Qué fue eso? — Ethan preguntó alerta.
Naga entrecerró sus ojos y se concertó — Un motor... No tan grande, pero potente.
— Una motocicleta — Acertó Aiden al escucharla más cerca.
El pelinegro gruño en afirmación y se arrancó lo que quedaba de su camiseta verde olivo rasgada, dejándose sólo la chaqueta de cuero. Naga aspiró con fuerza el olor, reconociéndolo mejor que cuando lo atacó y más al ver esa motocicleta acercándose con el beta.
— Braeden — Masculló — Esa perra, nos viene siguiendo desde Chicago.
Ethan frunció su ceño — Pero eso fue hace dos años.
