Amor en la playa: intimidad (+18)

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Advertencia: El siguiente capítulo tiene contenido erótico y sexual explícito. Si eres menor de edad o no te interesa este tipo de contenido, no lo leas, nada relevante para la historia sucede aquí. Sin más que decir, alla va:

Mario y Rosalina entraron rápidamente a su habitación, tras lo que Rosalina se dirigió al balcón a cerrar las cortinas y a apagar la luz de la habitación, dejando encendida solo la lámpara de la mesa de noche, mientras Mario cerraba la puerta con llave. Ambos volvieron a juntarse en la mitad de la habitación, donde se besaron apasionadamente, comenzando a retroceder poco a poco hacia la cama. Al topar con la orilla de la misma, ambos se dejaron caer en ella, en donde Rosalina se acomodó sobre las sábanas, quedando tendida. Mario se quitó las sandalias y se arrodilló enmedio de sus piernas abiertas y tomó entre sus manos la parte baja de su camisa, comenzando a desnudarla.

Rosalina se quedó quieta y expectante mientras Mario iba desabotonando su camisa despacio y con cuidado, saboreando el momento. Ella estaba muy nerviosa, y una pequeña parte en su interior se sentía indefensa al ver como su pareja le quitaba la ropa poco a poco, pero su cuerpo estaba pidiendo a gritos este momento, por lo que solo se entregó a sus deseos. Mario terminó de desabotonarle la camisa, tras lo que la hizo a los lados despacio, revelando el sostén de Rosalina poco a poco. Ella se levantó, sentandose para que Mario pudiera terminar de quitarle la camisa, deslizando las mangas por sus finos brazos y arrojandola a un lado de la cama.

Ella procedió a hacer lo mismo con él, desabotonandole la camisa, deslizando las mangas por sus brazos, y arrojandola a un lado de la cama. Mario la abrazó, pegandola a él. Con sus manos comenzó a explorar la delicada espalda de Rosalina, llenandola de caricias, sintiendo su suave piel con sus manos. Ella también lo abrazó, paseando sus pequeñas manos por la firme espalda de su pareja. Todo esto mientras sus rostros estaban muy pegados, pero sin besarse, como tentandose uno al otro. A Rosalina le gustaba que aún en estos momentos de pasión, Mario la siguiera tratando con delicadeza.

Sus respiraciones se mezclaban entre ellas mientras sus torsos desnudos se frotaban entre ellos. Mario podia sentir la tela del sosten de Rosalina rozando su piel, por lo que comenzó a buscar el broche en su espalda, hasta que finalmente lo encontró. Lo desabrochó, y luego la tomó de los hombros, recorriendo sus finos brazos con sus manos hasta llegar a las delicadas manos de Rosalina. Ella se separó de él, causando que su sosten se deslizara unos pocos centímetros, mostrando más de su busto. Ella se quedó quieta, pues quería que él la desvistiera por completo. Mario captó el mensaje, y tomó el sostén de Rosalina para deslizarlo por sus brazos, los cuales ella levantó en el aire.

Mario se quedó unos momentos viendo fijamente sus senos, los cuales consideraba eran del tamaño perfecto. Estos parecían ser suaves al tacto, tentandolo para que los tocara. Rosalina puso sus manos detras de su espalda y se inclinó hacia adelante, luciendo sus pechos ante Mario, pues ella también quería que los tocara. En contra de su voluntad habia oído de Daisy que se sentía placentero, además que a los hombres parecía gustarles hacerlo.

Pero en vez de hacer eso, Mario tomó a su pareja de la cintura y la hizo recostarse en la cama nuevamente. Él bajó su rostro hasta el estómago de Rosalina y comenzó a besarlo. Ella cerró los ojos, disfrutando de la sensación. Mario fue subiendo poco a poco, hasta que se levantó al llegar a su busto descubierto. Él volvio a inclinarse para besarla en los labios, tras lo que movió sus manos para agarrar los dos pechos de su pareja. Mario los sostuvo entre sus manos, una para cada uno, apachandolos con cuidado. Estos eran suaves y era fácil para Mario el jugar con ellos. Él comenzó a masajearlos, moviendo sus manos por todos lados y recorriendo cada centímetro de los montículos de carne de su pareja mientras la besaba.

Luego de unos segundos así, él se separó del beso justo a tiempo para que Rosalina lanzara un gemido al aire, pues estaba disfrutando del 'masaje'. Mario siguio jugando con sus pechos, disfrutando de los ocasionales gemidos de Rosalina. Ella estaba sonrojada y algo avergonzada, pero feliz. En una ocasión, Mario le pellizco un pezón, arrancandole un gemido mezclado con un pequeño quejido.

Encontrando el amor (Mario x Rosalina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora