2. Tiempo

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Llegué a casa

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Llegué a casa... No sé lo que me espera en realidad, porque tengo un montón de cosas por hacer, eso incluye llorar. Lo haré porque tengo el corazón roto, lo entienden ¿verdad?

Es jodido que te rompan el corazón en épocas pesadas en la universidad. No te puedes concentrar, estás totalmente ido y sin ganas de razonar.

—Hola, ma —, se me escucha desganada, pero es lo único que puedo decir al abrir la puerta. Ya que mamá siempre para en casa, es detective y solo sale de casa cuando es un caso extremadamente grave.

—Dar, mi niña preciosa. ¿Qué es lo que pasa? — la escucho decir con un tono de voz tan tierna. La verdad, admiro la capacidad de poder confiar en ella porque es mi lugar seguro y la amo.

—Mamá, antes de tooodo —hago más notorio mi ánimo por los suelos—. ¿Ya está listo el almuerzo? Es que me muero de hambre. Aparte me voy a trasnochar ya que el docente Alexander nos está matando con los trabajos. Apenas voy cuarto ciclo, y ya nos quiere sacar un ojo, y el ojo izquierdo en el que casi no veo nada.

Ella comprende la situación.

—Llama a Joseph y a Marlon. Sebastián vendrá un poco tarde, ya sabes —dice, con una voz algo agotada.

Subo al cuarto.

Como el dormitorio de los mellizos es al costado, toco la puerta y les aviso para bajar a almorzar —Bajen a almorzar, mocosos —me expresé con amor, porque es un amor distinto, ya saben.

Ellos bajan contentos, llenos de energía. Ojalá volviese a la edad de ellos, sin preocupaciones y sin universidad. A esa edad estuviera jugando a la cocinita con la tierra fuera de casa, echándole agua para formar una consistencia ya sea sólida o más líquida (depende de la cantidad de agua que le eches).

—Dar, puedes pasarme el orégano. Es que la pasta siempre debe llevar orégano —expone Joseph—, sin ofender, mami. No es porque no cocines rico, solo que el orégano es el punto exacto para deleitarlo.

Eso me causó gracia, pero es que él solo no quiere aceptar que su gusto culposo es el echarle orégano a todas las comidas. Hasta a la sopa lo haría.

Mi pequeño Marlon es un poco más tímido, pero hay días que habla un montón. Este día es la excepción, está callado como de costumbre, pero me sonríe y me trasmite mucha paz.

Llevo cinco horas sentada en el escritorio y recién voy diez páginas, ¿pueden creerlo? Diez jodidas páginas

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Llevo cinco horas sentada en el escritorio y recién voy diez páginas, ¿pueden creerlo? Diez jodidas páginas. 

Es porque en realidad, no dejo de pensar lo que pasó esta mañana, todo es confuso, comienzan a surgir sin parar las dudas y preguntas que se trastornan en mi mente, una y otra vez. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué a mí? ¿En qué fallé?

Mi subconsciente me dice: Bueno, Darling... ¡Tú puedes! Deja de pensar en ese idiota que ni siquiera se atreve a mandarte un mensaje, una llamada o venir hasta aquí para darte explicaciones del por qué se estaba besando con otra... Y claro no hay explicaciones para eso.

La panza me gruñe, aún no he cenado, cosa que prefiero evitar porque quiero que el tiempo juegue a mi favor. Y sí, este ensayo tiene que ser el mejor ensayo que el profesor Alexander haya leído en toda su bendita vida.

Claro que sí, señor.

Ya, ya, ya. Mejor omiten esa parte... No sé cuántas veces verán que diga la frase <muero de hambre>. Porque efectivamente, muero de hambre.

—Mami, bajaré a la cocina a por algo ¿deseas que te traiga alguna cosa? —Abro la puerta de su dormitorio sigilosamente.

Parece que estaba dormida, pero con una voz tierna y dulce, me dice —No, amor. ¿Sabes? Te haré algo. Como me dijiste que no querías cenar, sólo preferí hacerte cafecito. Pero ve, termina tu trabajo, mientras que te hago algo de cenar ¿si? —dándome así, un beso en la frente.

Mamá ha notado que tengo algo que me está torturando ahora. Y nada como el amor de mamá que siempre lo cura todo. Ah, y la comida también.

...

¡Me había quedado dormida! Por la ptmr (por tu mensa razón, por si no saben inglés). 

Gracias a mamá, que entró tan "callada", es cuando noto ese pequeño detalle. Sí, pequeño detalle. Agradezco tanto a mi mamá, por lo que comienzo nuevamente con el ensayo que debo terminar antes que amanezca. Solo que hasta ahora  no quiero rendirme y quedarme dormid.... ¡Ay, ya! Darling coopera.

Termino la cena y voy avanzando al ritmo de flash, no tiene por qué detenerme nada, ni el sueño ¿escuchaste eso? Ni tú, jodido sueño.

Me sujeto el cabello, y que empiece el matriarcado señores ¡Chiki pum! ¡Chiki pum!... Ah si, esa es La casa de papel. ¿La vieron?

Bien, solo 40 páginas y nos vamos a dormir, aguanta frágil y pequeño cuerpecillo. Dentro de 3 horas comienzan las clases y esto debe estar terminado, si podem...os ¿ver...dad?

Hago una simulación de que me doy una bofetada, pero eso no ayuda. Debo quedarme despierta, y este trabajo debe estar hecho, ya que actualmente los profesores no saben lo que significa salud mental, porque te hostigan con un montón de trabajos como si solo dependieras de solo ese curso. Hay más curso, no solo el suyo, profesor.

Debería estar prohibido que los profesores den tareas extensas y para poco tiempo de espera.

El celular me vibra, y veo que es un mensaje de Adolfo: Perdón.

Sí, ¿eso es todo? ¿PERDÓN?

Como dijo Romeo Santos: que te perdone Dios, yo no lo voy a hacer.

Continúo con mi ensayo, aunque ni lo niego, mi alma se está rompiendo ahora. Pero los estudios son mi prioridad ahora, porque necesito por lo menos descansar un minuto.

Me llega un mensaje nuevamente, es de Adolfo: Nena, todo fue un mal entendido, hablemos ¿si?

No le tomo importancia... O ¿si?

¡Nooooo! Detente ahí, vas a usar esos dedos para terminar tu trabajo, ese pejelagarto puede esperar... Puede esperar en mil años, pero tu ensayo no.

¡AL FIN!

Grito tan enloquecidamente que, creo que desperté a mis hermanos.

Mientras imprimo el trabajo, que eso tardará bastante pero espero que no mucho. Escucho a papá llegar y, es raro, porque papá no llega a estas horas.

—Son las 5 am, demasiado tarde ¿no te parece, papá? —Lo regaño.

—Eso suena madrugador, en sí, es muy temprano —dice con un tono burlón.

Lo veo todo ojeroso, al parecer hoy es su día libre y le doy paso a que se acomode en la casa, mientras me voy alistando para irme a la universidad, esta vez tendré que usar transporte. Así que le pido a papá las llaves del auto...

Ahora sí, todo listo, es hora de brillar aún estando rota. Porque del amor no se vive ¿bien?

Está bien, ni yo me lo creo.

En casa están todos dormidos, pero tengo que irme a la universidad. Así que me adentro al coche.

Pienso para mis adentros: No voy a dejar que mi corazón roto me juegue una mala pasada, así que sea como sea, mirada al frente.

Ruego en el camino, que no vea a Adolfo. Suficiente fue lo que vi ayer, como para soportar verlo cara a cara.

Si tengo que llorar lo haré, pero no frente a él.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora