44. Espejo

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Toda esta semana estábamos ocupados en hacer nuestras maletas y demás cosas

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Toda esta semana estábamos ocupados en hacer nuestras maletas y demás cosas. ¿Para qué? Para que la próxima semana viajemos a New York City.

Estoy muy emocionada, por primera vez en todas mis navidades, la pasaré con mi hermana... ¡Qué lindo se escucha eso!

Ayer, Fernando me dejó una carta en el bolso. No me fijé, sinceramente ese chico sabe como sorprenderme.

~Si el mundo fuera mío, te lo daría. Ahora sólo tengo un par de hojas, una tinta, inspiración y un amor verdadero para toda la vida.~

De tantas frases bonitas, esta fue la que más me cautivó.

Dicen que el amor es bonito los primeros meses, es real. A mí me gustaría que Fer y yo demostremos que el amor es real y bonito todo el tiempo que dura entre nosotros dos, no solo "los primeros meses".

Mañana cumplimos 3 meses y, ya tengo lista la sorpresa que le voy a dar. Si la sorpresa se sabe, no es sorpresa.

—Dar, estoy emocionada —grita, hasta dejarme sorda.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tanta emoción? Me dejarás sorda —reclamo.

—¿Recuerdas al enfermero? —me da una sonrisa coqueta.

—¡Oh! No, no, no. Digo, sí lo recuerdo. Y eso quiere decir... ¿Se verán? —ella mueve la cabeza asintiendo— Estoy recordando la vez que tuve mi primera cita con Fer, y tú me convenciste de asistir con el vestido que me regaló mi ex —estallamos de la risa.

—Vestido que por cierto te queda espectacular —me da un golpe en el hombro.

—¡Auch! —exclamé.

—Que delicada, bella dama —qué sarcástica, Jess.

—¿Cuándo saldrás con Lucas? —pregunto.

—Hoy —traté de interrumpirla, pero me calló—. ¿Debo pedir permiso?

—Ilusa, ¡No! O sea, sí pero no —ella me mira confundida—. Solo tienes que avisar que saldrás, con quién, a qué hora, a dónde, y la hora que volverás. Por si las dudas —le devolví el golpe en el hombro.

—¡Auch! —me mira con los ojos achinados—. Por cierto, ¿qué le regalarás a Fernando?

—Sorpresa... —me devuelve la mirada con los ojos achinados— ¡Ay! Está bien, pero solo si tú me dices que te quedarás callada —pongo ambas manos en mi cintura.

—Promise —dijo en todo los idiomas, pero menos en inglés. No puedo evitar reírme—¡YA! No te burles de mi inglés gringouh.— con eso me acaba de matar de la risa.

—Vives en Pensilvania y aún no sabes pronunciar bien el inglés, Jess —reclamé, rodando los ojos.

Cuando traté de explicárselo y contar sobre la sorpresa, entran los mellizos con dos platos y en ellos tortas de chocolate, debo confesar que no soy tan fanática de la torta de chocolate, pero a Jess le encanta. Yo creo que como a nosotros ya nos engrieron bastante todo estos años, le toca a Jess, y esto me parece genial, así ella se sienta mejor y más integrada a la familia.

—Antes de que se lo coman —Jos levanta las manos—. Quiero que se miren ambas al espejo —sonríe con los labios cerrados.

—¿Para? —pregunté.

—¡Ay! Solo háganlo —dice Marlon rodando los ojos.

—OK, esto es raro —decimos las dos al mismo tiempo.

Al vernos en el espejo, puedo jurar que me veo de aquí a unos dos años.
Y ella me ve de unos dos años atrás. La única diferencia es que, ella tiene el cabello ondulado y el mío es lacio. Los ojos, tenemos de la misma forma y el color pues, el color lo tenemos todos.

—¿Qué es lo que traman? —alcé una ceja, confundida.

—Queremos que se digan las cosas que sienten entre ustedes —bien, ¿de dónde aprendieron estos niños a hacer eso?

—Me gusta tu sonrisa, irradia luz, felicidad y cariño —dijo Jess.

—¡Oh! Me gusta tus pecas, te hacen ver especial y aún mucho más preciosa —sonrío.

—Más allá de lo que yo te puedo ver en lo físico, veo a una persona llena de sueños. Veo a una hermosa chica, que a pesar de tanto daño que le hayan podido hacer, no es capaz de lastimar a alguien más. Porque, tú brillas y ayudas a brillar a los demás. Porque fuera de lo físico, tu belleza es sensacional. La portada es hermosa, el contenido lo es aún mucho más de lo que las personas puedan verlo —con eso, se me nubló la vista con tantas lágrimas que estaban a punto de salir.

—Te amo —la abracé.

—Te amo, más —me recibe el abrazo.

—Ya pueden comer la torta —nos interrumpen esos dos traviesos.

No sé por qué lo hicieron, pero pude verme reflejada en ella.
¡Los amo!

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora